Ni una ducha pudieron darse los vecinos de la avenida de la Vera el martes cuando se despertaron con la noticia de otro desagradable corte de agua: otras siete horas sin agua. Y casi sin comida porque el servicio no se restableció hasta la una y media de la tarde. "A cualquiera que se le diga, esto es tercermundista". Y más aún para los vecinos de los pisos más altos donde ducharse a diario era una odisea hasta que compraron un motor. "Ahora viene el agua con más presión, pero en mi casa no hemos dejado de pagar los impuestos". El agua es una queja tan unánime entre los vecinos en pleno siglo XXI como la falta de amplios acerados entre los comerciantes, a quienes también le perjudican las contínuas averías.

Pero no sólo por los cortes, sino porque la antigüedad de las tuberías está haciendo que el agua salga turbia y aunque el ayuntamiento garantiza su calidad, la venta de garrafas de agua mineral se ha disparado en la zona. "Esto es mucho gasto, pero a ver quién se bebe el agua con este color". Los gastos se suman porque los filtros de los electrodomésticos se atascan y cuesta repararlos. Además de las molestias propias de que uno no se pueda duchar ni en su casa.