Chispeó a las dos, llovió a las tres, y a las seis cayó una tromba monumental. "Agua, Dios, tienen los cielos", lamentaba una anciana junto a la ermita amparándose en el dicho. Pero ni el frío ni la humedad restaron público a Santa Lucía. Unos 5.000 romeros, cifra similar a los mejores años, acudieron ayer a esta ermita del siglo XVI de la parroquia de San Eugenio para compartir la fiesta campestre, una de las más antiguas de Cáceres, que reúne a devotos de varios municipios.

Después de pasar la semana cocinando 500 coquillos, a Isabel Caballero no le quedaba un solo dulce a las dos de la tarde. "También se han vendido medio millar de roscas", explicaban los párrocos, Miguel Angel González y Jesús Viñas, que no pudieron oficiar la misa al aire libre por el mal tiempo. Aun así, cientos de personas siguieron los cultos desde la calle.

Todos a una

Más tarde se celebró la mesa de ofrendas con tartas de yema, pasteles de nata, cañas típicas de Gata, jamones y otras 50 delicias donadas por los vecinos. A su lado, la tómbola, con 500 regalos de tiendas y particulares. Las gentes de Aldea Moret se volcaron aquí y allá desde el amanecer para que todo funcionara, y todo funcionó. "Los beneficios se destinarán a costear el centro pastoral Jesús Obrero, de 660.000 euros", señalaron los párrocos, orgullosos de la colaboración vecinal.

Y por supuesto no faltaron los chiringuitos, con las canciones de moda, las cañas y, sobre todo, los reencuentros anuales de las gentes del barrio.