Psicopedagoga, logopeda, técnico superior en audiología protésica y este año ofrece un bien social en nuestra ciudad, siendo mediadora de la lengua de signos en la Farmacia Hernández, situada en la calle Atahualpa, s/n. Mujer emprendedora, muy familiar, responsable, creativa, inquieta, de las que cogen el toro por los cuernos, leal, sincera, generosa, fuerte, vital... Se muestra muy agradecida por todo lo bueno que tiene, especialmente por la salud de los suyos. Todo un placer, amiga.

-¿Dónde nace Arminda y algún recuerdo?

-En Las Palmas de Gran Canaria. Soy la tercera de cuatro hermanas. Estudié en el colegio alemán, Heidelberg Schule. Mis recuerdos son muy familiares, con el mar siempre presente.

-¿Qué le trae a Cáceres?

-Me trae el amor. Conozco a mi marido en mi etapa universitaria en Salamanca, cuando él estudiaba Farmacia y yo Pedagogía. Al finalizar nuestros estudios nos casamos en Las Palmas, dónde posteriormente han nacido mis hijos Carlos e Isabel. En 2004 llego a Cáceres para formar nuestro hogar y abrir mi gabinete de Psicopedagogía y Logopedia, Tirma. Cáceres es una ciudad muy cómoda para vivir, con un tamaño que te permite aprovechar mucho el tiempo, acogedora, con calidad de vida, cerca del campo..., aquí he hecho grandes amistades y me siento muy feliz viendo crecer a mis hijos.

-¿Un lugar preferido para usted dónde desconectar?

-Las Palmas de Gran Canaria, donde cada vez que puedo me escapo. Es una necesidad vital, que al vivir en Cáceres con las carencias en medios de transporte, no resulta fácil. Es cuestión de sumar más horas al trayecto.

-¿Qué echas de menos?

-Allí crecí y mis primeros recuerdos están allí. Llevo veinte años viviendo en la península y el cordón umbilical no se rompe. Echo de menos a mi familia, los amigos, mis rincones, la gastronomía, el mar...

-¿Tirma?

-Después de trabajar un año en Las Palmas como orientadora y logopeda, en 2005 decido abrir mi propio gabinete de Psicopedagogía y Logopedia, en la calle Caupolicán, 4 bajo de esta ciudad. Desde entonces se han atendido un gran número de pacientes, tanto adultos como niños. El nombre de Tirma es de procedencia guanche, lo elegí para mi gabinete, porque me trae dulces recuerdos.

-¿A quién va dirigido?

-A pacientes, tanto en edad infantil como adulta. Se trata de un centro especializado en la evaluación, diagnóstico y tratamiento de todo tipo de trastornos del lenguaje, voz y habla. También se trabajan dificultades en el aprendizaje como la dislexia, disgrafia, disortografía y técnicas de estudio. Se realiza entrenamiento auditivo para optimizar los beneficios de los audífonos. Ya que incluso después de ajustar el audífono, los usuarios pueden tener dificultades en entornos ruidosos y a la hora de comprender el lenguaje.

-¿Cómo surgió ofrecer el servicio de mediadora a las personas sordas en la Farmacia Hernández?

-Me formé para ello, ya que por mi trabajo he estado en contacto con muchas personas sordas. Siempre me gustó, me encanta poder ayudar y prestar un servicio a tantas personas que lo necesitan. Se trata de ser un apoyo de comunicación para este colectivo y así poder ayudar a destruir los obstáculos cotidianos. Aunque nos falta mucho camino por recorrer, la sociedad se va concienciando y cada vez más personas tienen mayor interés en la lengua de signos, es necesario recalcar y recordar que esta lengua está reconocida, por lo que personas como yo, nos implicamos a que se vayan rompiendo barreras para facilitar la vida de este colectivo en la sociedad.

-¿Balance de estos primeros meses prestando este servicio?

-Muy positivo. Comenzamos en febrero y vamos aumentando el número de personas que acuden en horario de mañana a nuestro servicio. No sólo en la atención de mostrador, sino en los diferentes servicios que presta la farmacia como dietista, tratamientos capilares...

-¿Un deseo…?

-Dos: que la conciliación familiar sea real. Me encanta mi trabajo y desarrollar mi formación; pero sin dejar de disfrutar de la educación de mis hijos y la dedicación necesaria a ambos. Que en todos los lugares, cara al público, hubiese una persona que se pudiese comunicar con tantas personas sordas que lo necesitan, para que puedan ser autónomas y preservar su intimidad, sin la necesidad de depender de un familiar. H