No ha ganado uno, sino dos primeros premios en el certamen nacional que convoca la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes para los alumnos de los Centros de Adultos de toda España. El cacereño Francisco Javier Tato (18-III-1961) se ha llevado el galardón en los dos últimos años de forma consecutiva. En 2012 su trabajo versó sobre la alimentación sana, y en 2013 analizó el etiquetado a través de un estudio titulado 'Lee lo que comes. Alimenta tu información' . Acaba de recoger su último premio en el hotel Husa Chamartín de Madrid.

El certamen pretende difundir el consumo saludable a través de los centros de adultos, y parece hecho a la media de Francisco, conocido por muchos cacereños después de tres décadas como empleado en El Requeté. Tras ejercer otras ocupaciones se ha quedado en el paro, pero aprovecha este periodo, mientras busca empleo, para adquirir formación en el Centro de Adultos Maestro Martín Cisneros. Solo en ocho meses ha logrado sacarse los cuatro cursos de ESO, un título que no pudo lograr en su juventud porque trabajó desde los 13 años. Ahora se prepara el acceso a la universidad y todos le aconsejan que curse Derecho por su bagaje sindical en temas laborales, "pero mi primer objetivo es lograr trabajo, tengo tres hijos", revela.

En el trabajo sobre alimentación sana, con el que ganó el primer premio de 2012 animado por su profesora de Lengua, que se percató de sus dotes para la redacción, abordaba la pérdida de calidad en los hábitos nutricionales. "Los tiempos que vivimos, las prisas y la comodidad nos llevan a tomar muchos platos preparados, cuando lo recomendable es el puchero, la cocina de la abuela, la dieta mediterránea", explica, advirtiendo que estamos dejando la cocina tradicional fuera de nuestra dieta.

Respecto al etiquetado, tema de su segundo trabajo, afirma que la mayoría de los usuarios desconocen la información que aportan las etiquetas, "a veces ni miramos la fecha de caducidad", subraya. Francisco Javier Tato explica los datos que la ley obliga a incluir en los envases, como la composición o el valor energético, "pero hay otro etiquetado opcional que casi ninguna marca incorpora y que detalla aspectos más interesantes para el consumidor como las características alimentarias, los aditivos reales... En la mayoría de los casos ignoramos lo que comemos", lamenta.

Francisco todavía se sorprende de los premios porque no había cultivado en exceso la escritura, pero sí la lectura. Confiesa que devora un mínimo de dos libros al mes, afición que comparte toda su familia. Pero ni siquiera los premios le distraen de su gran preocupación, hallar un empleo, piensa incluso en opositar. "Después de cuarenta años trabajando, uno se siente raro...", confiesa.