«Hoy hace calor. No olvides beber agua y coger el abanico». El robot que desarrolla la Escuela Politécnica en el campus cacereño se mueve por el laboratorio diseñado en forma de confortable apartamento y ofrece este y otros consejos. Los investigadores de la facultad lo están implementando para que sea capaz de atender a personas mayores que necesitan apoyo: les propondrá juegos, les monitorizará durante los ejercicios físicos, les llevará la taza del salón a la cocina o les facilitará una vídeoconferencia con la familia. Se trata de un proyecto incluido en la línea de investigación de la Politécnica sobre robótica asistencial para la tercera edad, personas con discapacidad, y usuarios de residencias y centros de día.

Esta experiencia se desarrolla a través del Grupo de Investigación Robolab, en el que trabajan una decena de ingenieros informáticos y de telecomunicaciones dentro de las dependencias de la propia facultad. Pero además, el proyecto cuenta con la aportación de un equipo de terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas de la Universidad de Extremadura que ayudan a desarrollar esta línea de trabajo, al tratarse de personas mayores con sus necesidades específicas.

Están programados para detectar caídas y estimular a las personas cuando llevan tiempo sentadas

En realidad son dos prototipos, uno cedido por la fundación extremeña FundeSalud y otro de diseño propio, que los investigadores están adaptando a su software para que se conviertan en auténticos asistentes de personas que necesitan un respaldo. «El proyecto tiene como objetivo principal evaluar la aceptación y utilidad del robot social asistencial integrado en la vida cotidiana de una residencia de mayores. Debe ser capaz de moverse por el centro, realizar tareas concretas y apoyar al personal sanitario en la monitorización y cuidado de los usuarios», explica Pedro Núñez, subdirector de Nuevas Tecnologías de la Politécnica y líder del proyecto.

Pero además, los investigadores quieren ayudar a que los mayores puedan permanecer en sus casas de forma independiente el máximo tiempo posible, con la ayuda de estos dispositivos, sin tener que ingresar en un recurso asistencial.

Así, el robot incorpora sensores, cámaras y otros componentes que permiten monitorizar a la persona. Por ejemplo, es capaz de contabilizar las horas que lleva sentada, le avisa de que debe moverse y le propone juegos tanto cognitivos como físicos para promover el envejecimiento activo y estimular socio-emocionalmente al usuario. Lo registra todo, comprueba hasta qué punto se esfuerza en los ejercicios, le da parámetros, le informa de su evolución e incluso detecta caídas.

ASÍ APRENDEN A PROGRAMAR LOS NIÑOS EXTREMEÑOS

  • Las nuevas generaciones deben empaparse de las tecnologías, básicas en su día a día. Por ello, el Grupo de Investigación Robolab de la Politécnica también tiene una línea de trabajo sobre robótica educativa con la doctora Pilar Bachiller. Se trata de Emorobotic, que trata la gestión emocional a través de la programación en robots en Primaria. Además, Robolab trabaja con centros de Secundaria.
  • De hecho, dispone de un software que enseña a niños y jóvenes a programar de forma sencilla, y que puede utilizarse con muchos de los robots educativos del mercado. Es de uso libre, se denomina LearnBlock y puede descargarse desde la web de Robolab. Y por esta vía ha llegado otra colaboración de envergadura: la Junta ha propuesto a Robolab su participación en el programa Innovated, que integra las competencias digitales en el aula, para fomentar entre los niños las necesarias capacidades ‘steam’ (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas).

Los ingenieros especialistas en software de la Politécnica perfeccionan el prototipo para que puede abrir puertas y cajones o coger objetos con su brazo robótico. Tendrá incluso un rostro con el que poder interaccionar, y hará llamadas o vídeollamadas a los familiares. «Será completamente autónomo, estará programado para realizar ciertas tareas de ayuda y actuará en función de las misiones asistenciales encomendadas, sin necesidad de un operador humano», matiza Pedro Núñez.

Finalmente se recubrirá con una carcasa 3D que ya se encuentra en pleno diseño, para que el anciano vea efectivamente un robot, y no un compendio de dispositivos informáticos. «También estamos ya probando frases con personas mayores en un centro de día de Cáceres, emitidas a través del robot, para comprobar qué arquetipos son los adecuados a fin de hacerlo lo más comprensible posible», subraya el investigador. «Es satisfactorio ver como estas personas hablan con el robot, que es capaz de cambiar incluso las emociones que transmite, incluso le hacen preguntas», revela.

Y todo ello en un laboratorio adaptado como apartamento, con cocina, salón y otras estancias. «Nos permite hacer pruebas reales en un entorno lo más parecido posible al que tendrá el propio robot para desenvolverse. Hemos sensorizado toda la parte alta con cámaras, el sistema está continuamente detectando lo que ocurre dentro, quienes permanecen en el interior, quienes entran y salen, los objetos que pueden resultar peligrosos...», detalla el responsable del proyecto.

Informática aplicada a los corderos

Decir que las nuevas tecnologías tienen miles y miles de aplicaciones es quedarse corto. La cooperativa EA Group, el mayor colectivo de ovino de carne a nivel nacional que comercializa tanto dentro como fuera de la Unión Europea, formado por ganaderos de Andalucía y Extremadura, ha encargado a la Escuela Politécnica un estudio para poder determinar el patrón de crecimiento de los corderos.

La idea parte de un Proyecto Regional de Investigación en el que los profesionales utilizan la inteligencia artificial, los algoritmos de aprendizaje, las redes neuronales y otros recursos para estimar la evolución de estos animales a través de imágenes ordinarias y de profundidad. Aprovechan la estancia de los corderos en los comederos y bebederos para pesarles con la báscula que tienen debajo y a la vez capturar su imagen. «Las variables se van relacionando y después de repetir las operaciones cientos de veces con miles de corderos, el proyecto va obteniendo el modelo de crecimiento», explica Pablo Busto, coordinador del proyecto. 

El robot tendrá conocimiento de todo ello porque existe una especie de memoria compartida entre los distintos elementos que forman parte del sistema, para más seguridad del usuario. Además, durante seis meses, el prototipo estará funcionando en una residencia de la tercera edad a fin de ponerlo en práctica en situaciones reales.

Este proyecto nació de la mano de la iniciativa EuroAGE (fondos Feder) y ha dado lugar a una segunda experiencia denominada ExtendAGE, que es la que ahora se desarrolla con una financiación de 150.000 euros en la que participa la Junta de Extremadura. Los profesionales tienen todavía una año por delante para perfeccionar los dos prototipos.

Sin duda, la robótica asistencial garantizará un futuro más autónomo a una sociedad que envejece. Solo en la capital cacereña se calcula que unas 1.600 personas mayores de 65 años viven solas en sus casas, y ello supone que el 10,3% de la población que supera esa edad no convive con ningún miembro de la unidad familiar bajo el mismo techo.