Las mejoras que se acometen en el casco histórico y en su muralla tienen una ventaja añadida. Al ser Cáceres una ciudad de traza medieval rodeada de otros altozanos, ofrece un privilegio que no es muy común: puede disfrutarse desde los miradores del entorno. Por eso la capital cacereña posee un generoso número de balcones naturales a los que se suman las propias torres de la muralla y de los palacios intramuros.

A estos miradores (Santuario de la Montaña, Paseo Alto, Torre de Carvajal, Torre del Horno, Torre de las Cigüeñas, Torre de Bujaco, Baluarte de los Pozos, campanarios de Santa María y la Preciosa Sangre, mirador de Galarza, San Marquino y más recientemente el del Amparo) se unirán cuatro ya en proyecto. Por un lado, el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica construirá uno más en San Marquino con otra vista extraordinaria al casco histórico. Se habilitará sobre un roquedo de propiedad municipal y será probablemente el mejor mirador hacia la parte antigua, con el lienzo restaurado en primer término.

Nuevas torres abiertas

También se hará accesible la subida a otros tres baluartes: Torre Redonda, Aver y Yerba. Las dos primeras forman parte de la segunda fase de restauración de la muralla y son perfectos modelos de cómo construyeron los árabes la fortaleza de Qazris en su origen. La Torre Redonda, de comienzos del siglo XIII, se apoya sobre un antiguo bastión romano, alcanza casi siete metros sobre la muralla y contiene antiguas saeteras. La torre del Aver, también muy auténtica con apenas intervenciones, conserva incluso restos del revoco de cal.

Por su parte, la apertura de la Torre de la Yerba formaría parte de la tercera fase de la restauración de la muralla (desde el Bujaco hasta la Torre del Horno).