Fue un paseo. David Ferrer firmó en la segunda semifinal de ayer el partido más corto del presente Master. Le bastaron cincuenta y cinco minutos para dejar en la cuneta a un Montañés (6-1 y 6-2), que ya en la primera jornada había sido puesto en serior apuros por Santiago Ventura, sustituto de Ferrero. Un arranque fulgurante --tres juegos a cero en un abrir y cerrar de ojos-- le dejaron expedito el camino para acabar imponiéndose por un definitivo 6-1 en el primer set. Dos breaks, uno en el segundo juego y el último en el sexto, fueron razones de peso para esos guarismos finales.

La gente tenía ganas de más tenis y esperaba una reacción por parte de Montañés. Nada más lejos de la realidad. El arranque de Ferrer fue aún más espectacular si cabe. Break para empezar. A lo que siguieron tres juegos seguidos más, merced a una nueva rotura de servicio en el tercer juego. Bajo esas premisas, la final era cuestión de tiempo. Y no se hizo esperar. A velocidad de crucero, sin forzar la marcha en exceso, el número cinco del mundo se plantó en una final en la que parte como favorito.