El Periódico Extremadura

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Fútbol. Segunda RFEF

El Montijo encaja una escandalosa goleada para cerrar

Un Montijo sin tensión es humillado ante su público por un Tamaraceite descendido desde hace varias jornadas (1-7)

Una acción del partido entre el Montijo y el Tamaraceite. A. Villalobos

1 - Montijo: Sergio Tienza; Chechu (Razvan, min. 31), Javi Chino, Gabri, Molina; Barragán, Amaya (Rodao, min. 46), Matute (Joel, min. 46), Maluenda, Tarek (Seung, min. 46) y Dani Segovia.

7 - Tamaraceite: Javi Sánchez; Borja (Aythami, min. 76), Marrero, Ojeda (López Silva, min. 61) Ramsés; González, Montesdoca, Padrón, Dani Zizu (Alejandro Pérez, min. 57); Eros (Asdrúbal, min. 76) y Gustavo (Carlos Cid, min. 76).

Goles: 0-1, min. 1: Carlos González. 0-2, min. 14: Carlos González. 0-3, min. 36: Carlos González. 0-4, min. 55: Borja. 1-4, min. 62: Dani Segovia. 1-5, min. 71: Eros. 1-6, min. 84: Asdrúbal. 1-7, min. 89: Asdrúbal.

Árbitro: Sánchez Moraga (Colegio madrileño). Amarilla al local Matute.

Incidencias: Partido disputado en el estadio Emilio Macarro. Unos 400 espectadores.

Son remotos los tiempos en los que al fútbol se jugaba porque sí, por puro placer. Un axioma que se puso de manifiesto en la matinal de este domingo entre dos equipos sin nada el juego que el juego en sí. Pero el guion se tornó en trágico para el Montijo, que encajó una escandalosa goleada (7-1) ante el equipo que ha acabado en última posición del grupo, el Tamaraceite. 

El gong del adiós del curso arrancó con tonalidad fúnebre como las nubes que se dibujaban en el cielo. En la pizarra rojinegra un centro del campo algo particular con Gabri Cardozo en el medio y la presencia del joven valor del juvenil Raúl Amaya, que se bautizaba ante sus fieles y ya aportó su granito de gloria en Don Benito. 

Como auténticos tigres bengalíes saltaron a la moqueta verde los canarios, al menos por dejar un buen sabor de boca en su adiós a la categoría. En la acera de enfrente, un Montijo que saltó sin corazón, ánimo y sin botas. Una verdadera caricatura de lo que hasta esta jornada ha venido luciendo ante cada rival.

Apenas un minuto en el reloj y patinazo sonoro y letal. Javi Chino erró en la cobertura y se le coló como una comadreja el extremo Carlos González para taladrar el 0-1 e inaugurar su sinfonía goleadora. El Montijo no solo no abrió los ojos, sino que vivió a merced de un bloque que volvió a morder en un pase en profundidad de Borja que no conectó con Eros por el aplomo muscular de Chino.

González le hacía un roto con sutileza a Chechu, se plantaba solo en la cal y ante la pasividad y complicidad de la tapia local, le dio tiempo a colocarse la pelota para clavarla en la red (0-2, min. 14). 

El cuadro canario vivía feliz en la medular y el Montijo con la zaga 3-4 metros adelantada seguía sin luz. Solo nubarrones negros y sin calentar ni por asomo las yemas de un gélido Javi Sánchez. Hubo que traspasar la media hora para que se viese un halo de luz local en un servicio por la derecha de Barragán que peinó Segovia a las manos de Sánchez. Borja envió su opción al cielo (min. 35) y sin respiro, la guillotina. González cogió la moto en la parrilla de tres cuartos, ganó área y posición y de fuerte derechazo hizo añicos las costuras de Tienza a nueve del intermedio. 0-3. Fin de todo.

Goles de todos los colores

Con nuevas caras en el bando local, pero con idéntica imagen y corazones en las huestes de la banda de las Vegas Bajas, despertó un segundo capítulo que no solo no enmendó males expuestos sino que ensanchó el margen y las vergüenzas propias. Borja ganaba el enésimo mano a mano y firmaba el 0-4 (min. 55).

Reza un dicho que la vergüenza y la dignidad es lo último que se pierde y quien si no, para dejar su impronta y sello goleador, Daniel Segovia, para peinar en plancha el tanto de la honra local.

Los canarios querían decir adiós con los pechos y elásticas bien puestos y volvieron a rugir logrando Eros el quinto tras un buen pase letal por la diestra de González. Restaban casi 20 minutos y la manita adquirió tintes enormes llegando la estocada final con el doblete de Asdrúbal, que cierra el ejercicio en un Emilio Macarro donde los chicos de Juan Marrero han cumplido, que nadie le quepa duda, un papel rozando la excelencia en su bautizo en la categoría.

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