Una situación de crisis política por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la necesidad de gestionar las reservas energéticas de la Unión Europea y un cambio de cultura para luchar contra el cambio climático. Son los argumentos que ha esgrimido la Junta para apoyar las medidas de ahorro energético impuestas por el Gobierno central; la mayoría entran hoy en vigor. El Ejecutivo regional se adelantó un día y desde ayer en sus edificios ya se regula el termostato. Desde hoy la norma es para todos.

Básicamente el aire no podrá bajar de los 27 grados, aunque hay excepciones para bares y restaurantes, que podrán llegar hasta los 25. Además, todos los edificios que estén vacíos así como los escaparates, deberán apagar las luces a las 22.00 horas con el propósito de ahorrar energía. La medida también afecta a inmuebles como teatros o cines. Sí seguirá encendido el alumbrado público.

Diversas opiniones 

Ante la entrada en vigor de las nuevas normas, dos de los sectores que más han mostrado su desacuerdo en Extremadura son el comercio y la hostelería. Por ejemplo, Patricia Llanos, propietaria de la tienda de lencería Debella en Mérida, hace hincapié en el apagón de los escaparates: «Mérida es una ciudad turística en la que se transita a las 22.00, a esa hora aún podíamos captar clientes». Llanos dice que si el Gobierno lo dicta así, tendrán que acatarlo. «Pero se deberían haber establecido medidas más flexibles para las diferentes comunidades y provincias», dice. Añade que la normativa le parece «muy excesiva» y que se ha aplicado «muy rápido», sin tener en cuenta «la opinión de los comerciantes ni de los hosteleros». 

«Nosotros nos concienciamos con el medio ambiente, usamos luces LED e intentamos tirar de la luz y del aire lo menos posible porque somos autónomos», apunta Llanos. No obstante, también subraya: «Lo que no puede ser es que entres en un negocio en verano y tengas que ponerte la chaquetilla, y en invierno tengas que quitarte todas las prendas que llevas puestas, eso es lo que ocurre en las grandes superficies, pero en un comercio pequeño no sucede nunca». 

Llanos asegura que los autónomos tienen controlado el consumo de la luz y que «nadie debería decirles cuándo cortar», sino que deberían poner el punto de mira en «aquellos que gastan tantísimo». Además, cree que van a tener que hacer frente a un repentino gasto extra al introducir puertas automáticas, una medida para la que hay de plazo hasta el 30 de septiembre. 

Otros que se sienten «asfixiados» son los hosteleros. Ana Cienfuegos, encargada del célebre bar emeritense El Pestorejo, lo expresa así: «Cuando lleguen las 13.00 horas, nos quedaremos solos». Cienfuegos dice que con las altas temperaturas que se dan en la región, estar a 27 grados es bastante difícil. «No solo va a afectar a los clientes, sino también a nuestro ritmo de trabajo», expresa la encargada. Ella tilda de «inviable» esta medida para la hostelería y piensa en el esfuerzo que van a tener que hacer sus compañeros para «moverse en la barra soportando el calor». 

Cuando le preguntan por la instalación de puertas con cierres automáticos, ve contradicciones: «Nuestro bar es pequeño, y desde los inicios de la pandemia Sanidad nos ha recomendado que se mantuviesen las puertas abiertas para ventilar, ahora quieren que las cerramos y que se abran solo cuando las personas pasen, ¿a qué hacemos caso entonces?».