Los embalses siguen bajo mínimos

Las lluvias acumuladas desde el mes de septiembre apenas han levantado un punto los datos de los embalses de la cuenca del Tajo (están al 44,7%) y no han detenido la caída en el Guadiana (22,7%), tras un verano crítico

Cauce del río Los Ángeles, en la provincia de Cáceres, el pasado verano, cuando el bajo nivel dejó al descubierto los restos de un antiguo puente.

Cauce del río Los Ángeles, en la provincia de Cáceres, el pasado verano, cuando el bajo nivel dejó al descubierto los restos de un antiguo puente. / SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

La situación de los embalses extremeños sigue siendo complicada, pero ahora al menos llegan perspectivas halagüeñas en forma de lluvias generalizadas que pueden provocar las primeras escorrentías que llenen las masas más críticas, en la cuenca del Guadiana, en las próximas semanas. En realidad las lluvias han aparecido ya de forma más o menos copiosa en los tres últimos meses, aunque concentradas fundamentalmente en la mitad norte de la región y con poco o nulo impacto en el sur, donde más falta hace. Con eso, la situación general es poco favorable aún, porque los embalses extremeños están al 32,7% de su capacidad según los datos del portal Embalses.net, han bajado levemente (0,16%, unos 23 hectómetros) en la última semana y acumulan un déficit que les deja 20 puntos por debajo de las cifras medias recogidas en la última década (52%). 

Aun así, el problema es especialmente acuciante en la mitad sur, con la cuenca del Guadiana al 22,1% de su capacidad y una diferencia de 30 puntos en este caso respecto a los valores medios de los 10 últimos años (52,6%). Y es justo en ese punto donde las lluvias han sido más esquivas en esa sucesión de frentes que se han sucedido este otoño y que han dejado el último trimestre en valores pluviométricos que catalogaban estos meses como «húmedos» (septiembre) o «normal» (octubre y noviembre); esto es, con precipitaciones acordes a la época o incluso por encima de los valores medios en el caso de septiembre: se superó un 150% el valor de referencia, según los datos recogidos por la delegación en Extremadura de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). 

El problema es que esas lluvias se han concentrado en la mitad norte y más concretamente en la franja más al norte de Cáceres. Como ejemplo, se han superado los 200 litros por metro cuadrado acumulados en el mes de noviembre en distintos puntos de La Vera, Jerte y Las Hurdes; mientras que apenas se ha llegado ese mes a 20 litros en zonas como Villagarcía de la Torre, Azuaga o Granja de Torrehermosa. 

La cuenca del Guadiana está al 22% de su capacidad y las lluvias allí han sido «nulas o inapreciables» desde septiembre

El balance de la Aemet para ese mes detalla que las precipitaciones en el extremo sur y sureste han sido en la mayoría de las ocasiones «inapreciables o nulas»; y algo similar había sucedido en los meses de septiembre y octubre, con lluvias dispersas, concentradas especialmente en la mitad norte (Nuñomoral registró 106 litros el 14 de septiembre) y solo con carácter torrencial en algunos puntos de la mitad sur: en Fregenal de la Sierra se registraron 45 litros en un episodio de lluvias intensas el 9 de octubre. 

La consecuencia de esos registros es que mientras los valores en la cuenca del Guadiana no han hecho más que caer, en el Tajo comenzaron a recuperarse a finales del mes de septiembre y en estos momentos los embalses están al 44,7% de su capacidad, uno más que al final del verano. Es el doble de lo que acumulan los del Guadiana y, si bien son ocho puntos menos que los valores medios de la última década (52,6%) solo retroceden tres puntos respecto a la misma semana del 2021 (47.7%). La situación es mala, pero más benévola en la mitad norte y especialmente «en la margen derecha del Tajo», donde más ha llovido.

Un noviembre «muy cálido»

La lluvia ha caído de forma desigual, y lo cierto es que el calor tampoco ha permitido que lo que caía quedara retenido en un suelo ávido de agua tras meses sin recibirla. Octubre terminó como un mes «extremadamente cálido», lo que supone que se superó el valor máximo alcanzado en los registros de los últimos 30 años; y noviembre se cerró como un mes «muy cálido». «Eso implica evaporaciones más altas y por tanto más pérdida de agua», valora Manuel Lara, portavoz de la Aemet

Y todo eso en un año en el que la falta de precipitaciones y la intensidad del calor han complicado, y mucho, la situación de las masas de agua; y como consecuencia, también la actividad agroganadera y el consumo humano, que ha estado especialmente comprometido en comarcas como la de Tentudía. En esta zona comenzaron a aplicar en el mes de febrero las primeras restricciones de agua y llegó a cortarse el suministro para algunas actividades en el verano ante la persistente sequía y la incapacidad de los nuevos pozos que se iban abriendo para cubrir todas las necesidades. 

En el norte la situación comenzó a complicarse también a medida que avanzaba el verano y los embalses y pozos a la baja tenían que hacer frente a la intensa llegada de retornados y visitantes. Fue entonces cuando localidades como Peraleda de San Román, Campillo de Deleitosa y Robledo requirieron de cisternas; Serradilla se vio obligada a aplicar restricciones a usos no esenciales y en Jerte comenzaron a aplicarse cortes de agua. 

Los frentes que pasan ahora podrían dejar las primeras escorrentías, con efectos sobre los embalses

Para entonces la situación ya llevaba al límite al campo, pendiente siempre del cielo. Los ganaderos, porque tuvieron que pagar (en plena escalada de precios) para llevar a sus animales el agua y el alimento que no había; y en la agricultura, porque solo pudo amortiguar algo la escasez el sector de la fruta, prioritario para el regadío. 

El olivar o la viña, se han quedado con sus producciones al mínimo por la falta de agua; y en los regadíos se ha registrado una situación desconocida desde los años 90 del siglo pasado, con limitaciones que en el caso de Orellana (la principal comunidad de regantes) dejaron en un 24% la disponibilidad de agua, impusieron recortes importantes a producciones como la del tomate y dejaron sin opciones a sectores como el arroz, a la espera de que las lluvias aparecieran en el otoño de 2022, se mantuvieran en los meses de invierno y dieran en la primavera una oportunidad. Estas lluvias de ahora son solo el primer paso.