vigilancia de un problema de salud pública

Extremadura mantiene la alerta máxima frente a la tuberculosis bovina

La prevalencia está en el 4% y la incidencia de la caza mayor dificulta erradicarla

Veterinarios y ganaderos asumen los controles pero coinciden en que faltan ayudas

Ganado vacuno en una explotación de Extremadura.

Ganado vacuno en una explotación de Extremadura. / SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

Extremadura mantiene la máxima alerta frente a la tuberculosis bovina en todo el territorio salvo en la comarca de Don Benito. No hay cambios respecto a la situación del último año y eso supone que seguirán en 2023 los controles veterinarios periódicos en las explotaciones para detectar los nuevos casos y evitar la propagación de la enfermedad, según la resolución de la Dirección General de Agricultura y Ganadería que se publicó en el DOE el pasado jueves.

La tuberculosis bovina es una patología causada por una bacteria (mycobacterium tuberculosis) que constituye un problema de salud pública porque es posible que se contagien humanos a través de la leche o el consumo de carne de animales enfermos. No es fácil que suceda porque la temperatura del cocinado lo elimina, según explican los veterinarios; pero aun así se mantiene la vigilancia con dos o tres controles anuales en los animales en función de la situación de cada área y cada explotación. 

La prevalencia media de los rebaños infectados en la región fue del 4% en 2022, con algunas diferencias notables por zonas, puesto que en la comarca de Valencia de Alcántara llegó al 11,7% mientras que en la de Jerez de los Caballeros fue del 0,56%. Sin embargo, Extremadura está en el máximo nivel de alerta en la transmisión de la enfermedad en todo el territorio (con la única excepción de la comarca de Don Benito), más allá de la incidencia media en cada caso, por el contacto que hay entre la cabaña ganadera y la fauna silvestre y en especial la cinegética, como consecuencia de un modelo de ganadería extensiva que impera y que contribuye a que el ganado vacuno y especies como el ciervo o el jabalí (ambos son los principales transmisores de la enfermedad ahora mismo) compartan con frecuencia terrenos y espacios como abrevaderos, que actúan también como reservorios.

Mantener la vigilancia

«Hay que buscar la manera de intensificar la vigilancia en la fauna cinegética porque es el principal problema para la transmisión de la enfermedad en el ganado, como consecuencia del modelo de ganadería extensiva en Extremadura», dice el presidente del Colegio de Veterinarios de Badajoz, José Marín Sánchez Murillo. A su juicio, hay que «mantener la vigilancia sin bajar la guardia», pero con «otra forma de hacer las cosas», apunta. ¿Se podrían relajar los controles actuales? «No se trata de relajar los controles sino de hacerlos de otra manera», apunta el experto, que cree que la vigilancia activa se debe mantener, aunque considera que el foco debe estar en la fauna cinegética más que en los controles al ganado: «Y hay que ayudar a los ganaderos», apunta.  

El ciervo y el jabalí son los principales transmisores y comparten espacio con el ganado en extensivo

«Seguimos con las mismas indemnizaciones que en 2011, muy por debajo de la realidad. Si una vaca vale 1.500 euros y te pagan 500 por un caso positivo que haya que sacrificar, se puede asumir; pero si tienes más de un animal infectado, es la ruina para el ganadero, porque puede perder con eso los beneficios de todo el año», sostiene el responsable de Ganadería de UPA-UCE, Antonio Prieto. Los datos del informe sobre la prevalencia de la tuberculosis del Ministerio de Agricultura recogen que el 93% de los casos hallados en Extremadura el año pasado se detectaron como consecuencia de las campañas de saneamiento; y que los veterinarios creen que el 66% de las infecciones estaban relacionadas con el contacto con la fauna silvestre.

«Se ha avanzado mucho en el saneamiento, pero hay que avanzar más en el control de la enfermedad en las especies de caza; y en contar con nuevos métodos de detección más eficaces», insiste también Prieto. Es otra de las cuestiones que pide que se ponga en el foco, junto a la búsqueda de una vacuna para proteger a los animales de la enfermedad».

Los veterinarios abogan por intensificar los controles en la caza para aliviar a los ganaderos

La situación de alerta en Extremadura establece que las explotaciones que están libres de la enfermedad se tendrán que someter a dos controles anuales, aunque el segundo es prescindible en las que no ha registrado ningún caso positivo. En cuanto a las explotaciones con algún positivo en otra campaña o que nunca se han sometido a los controles, se testará su situación en tres momentos. 

Cada año se selecciona una muestra de explotaciones para evaluar por parte de los servicios veterinarios. En 2022 se controlaron 10.142 rebaños en Extremadura, de los que 406 resultaron infectados. En total se sacrificaron por ese motivo 3.144 animales y se suspendieron 134 rebaños. 

Extremadura es una de las comunidades con mayor prevalencia aún de la enfermedad, tras Castilla-La Mancha (7,1), La Rioja (6,7), y Andalucía (6,5). El impacto de la caza en la ganadería extensiva parece ser en todos los casos el principal problema, según el informe del Ministerio de Agricultura.

«Es descabellado plantear esquivar la normativa, pero hay que hacer cambios»

No se trata de esquivar la normativa actual, pero sí de introducir cambios en el control de la enfermedad que den «un respiro» a los ganaderos, según el presidente del Colegio de Veterinarios de Badajoz, José Marín Sánchez Murillo. Lo hace en referencia a la reciente polémica en Castilla y León, donde el gobierno regional planteó relajar el control sobre el movimiento de ganado obviando la normativa nacional. Según se establece, si una vaca da positivo, es obligatorio sacrificarla en el matadero para posteriormente vender su carne. El resto de animales de la explotación se tendrá que someter a una cuarentena para determinar que no hay ningún otro caso. «Es descabellado plantear esquivar la normativa. Hay que dejar la política la margen en la vigilancia, pero hay que hacer cambios», dice el veterinario, que aboga por intensificar más los controles en la fauna cinegética, para que no transmitan la enfermedad al ganado.