Transión ecológica | Energías de futuro en la región

Extremadura duplicará su plan fotovoltaico para tener sólo renovables

Los paneles solares se extenderán en los próximos años a lo largo del 0,7% del territorio extremeño con más de 9.700 megavatios

La planta fotovoltaica Francisco Pizarro, durante su ejecución.

La planta fotovoltaica Francisco Pizarro, durante su ejecución. / EL PERIÓDICO

El despliegue de renovables como garantía de futuro. Así ha ido construyendo Extremadura un liderazgo en el desarrollo de las energías limpias que ha ido cogiendo impulso desde 2018, sostenido en la implantación solar, y que le llevó en 2022 a encabezar, por tercer año consecutivo, el pódium fotovoltaico. Solo en esos 12 meses se pusieron en marcha 23 nuevas plantas, con una potencia total de 1.298 megavatios (MW), lo que supuso un incremento interanual del 33,6% y una inversión superior a los 900 millones. La potencia instalada en ese mismo año en España reflejaba que uno de cada tres megavatios nuevos (3.828 MW en total) estaban en Extremadura.

Desde 2018 se han puesto en servicio 95 instalaciones con más de 5.006,9 MW de potencia en la región, el 90% de los 5.678 MW que hay actualmente en Extremadura, según los datos de junio de la Consejería para la Transición Ecológica. Tomando como referencia las instalaciones fotovoltaicas con una potencia mayor a un megavatio, hay 196 plantas en 95 municipios con una potencia instalada de 5.516,09 MW; de ellas, ocho plantas con más de 50 MW instalados suman en conjunto 2.376,67 MW. Entre las existentes se encuentran dos hitos, las dos más grandes de Europa, levantadas por Iberdrola y que suman en conjunto 1.090 MW de potencia: se trata de la instalación Núñez de Balboa (500 MW) y la Francisco Pizarro (590 MW), que comenzaron a funcionar en 2020 y 2022, respectivamente.

Conjunto de factores

El ritmo acelerado de la instalación de plantas solares en Extremadura guarda relación con un conjunto de factores, de los que destacan en Transición Ecológica la existencia de «recursos naturales estratégicos y una amplia disponibilidad de terrenos poco productivos», junto a la «capacidad de la red de transporte eléctrico para la evacuación». Además, el presidente del Clúster de la Energía de Extremadura apunta a otro elemento diferenciador: «La tramitación de los grandes proyectos, que suele durar varios años, y aquí es de año y medio», subraya Vicente Sánchez.

Los datos consolidados de Red Eléctrica Española (REE) a 31 de diciembre de 2022 sitúan a Extremadura como el motor fotovoltaico de España, con 5.165 megavatios de potencia solar puestos en servicio, que suponían en ese momento el 27% del total nacional, en un escenario convulso en el que España y Europa trabajaban -y trabajan- con la vista puesta en asegurar la soberanía energética, que se ha tambaleado desde el estallido de la guerra en Ucrania. En el mix energético regional, la potencia fotovoltaica instalada supera ya ampliamente a la hidráulica (2.277 MW) y a la nuclear (2.017 MW).

A todo lo que hay ya en marcha hay que sumar los proyectos en cartera. En estos momentos se contabilizan 163 iniciativas en distintas fases de tramitación (culmina con su puesta en servicio), con una potencia total instalada de 4.075,89 MW. De ellos, 26 proyectos están en construcción (629,10 MW); 86 más (3.025,99 MW) ya disponen de autorización administrativa y están pendientes de inicio de obras, y 51 (420,80 MW), se encuentran en trámite para obtener las autorizaciones administrativas que les permitan iniciar las obras, según los datos de la Junta. La previsión es que se puedan rozar los 6.000 MW a lo largo de 2024 y que en los próximos años casi se duplique la potencia instalada, hasta llegar a los 9.753 MW en paneles a lo largo del 0,7% del territorio de Extremadura. «Es un volumen importante, pero eso no significa que nos vayamos a ir chocando con los módulos fotovoltaicos», ironiza Sánchez.

El 30 de junio de 2021, el Consejo de Gobierno de la Junta aprobó la hoja de ruta hacia la energía verde en el Plan Extremeño Integrado de Energía y Clima (PEIEC) 2021-2030. El objetivo es que, a finales de esta década, el 100% de toda la energía que se produzca en Extremadura provenga de fuentes renovables. La región fue pionera en diseñar un plan de esta dimensión con el objetivo de posicionarse para liderar la transformación energética, cuando el proceso no se había acelerado como lo ha hecho en el último año con los efectos de la guerra sobre la energía y especialmente la independencia energética.

Desde el Gobierno regional se ha considerado el impulso a las fotovoltaicas como un vector esencial para el desarrollo regional en dos líneas. Por un lado, incentivando un proceso de industrialización en sectores de vanguardia; por otro, articulando todo un sector productivo en torno a la energía en Extremadura, donde ya se producen, por ejemplo, las estructuras metálicas que soportan los paneles . El último anuncio es un proyecto en ciernes destinado a levantar una fábrica de paneles solares en Extremadura que prevé cubrir un tercio de toda la demanda actual de placas del sector renovable en España. 

Tras todos esos proyectos ligados a la energía solar hay también un nicho de empleo que solo en 2022 permitió crear 1.029 puestos directos, a los que se suman las más de 4.600 personas que ocupa el suministro de la energía eléctrica. La construcción de estas plantas generó unos 5.000 empleos en el último año.

La expansión fotovoltaica implica además un factor competitivo que está siendo determinante para atraer industrias verdes de última generación, que buscan renovables por su bajo coste y su sostenibilidad. En proyectos como el de la gigafactoría de Navalmoral de la Mata prevista por Envision ha sido vital la posibilidad de contar con energía limpia y barata. Y también iniciativas como el Centro de Almacenamiento Energético que se instalará en Cáceres han visto en el desarrollo renovable en Extremadura el elemento definitivo. «Y no hay que olvidar que hay numerosas empresas extremeñas que ya son proveedoras y beneficiarias de este despliegue», recuerdan en la Administración.

Avanzar hacia otro modelo

El modelo de grandes instalaciones fotovoltaicas es el que ha disparado la posición de Extremadura en el mapa energético, pero desde el Clúster de la Energía apuntan a que es un modelo que está «casi saturado». «No es que no sea válido, sino que hay que avanzar hacia otro que es el que más ahorro genera para las empresas y también a nivel local, a través del autoconsumo», apunta el presidente del colectivo. Y lo cierto es que hay una discrepancia importante entre el modelo que se ha impuesto hasta ahora y el que impera en el resto de Europa, donde el autoconsumo supone el 95% de las instalaciones en marcha. En España, al contrario, ese porcentaje se corresponde con las grandes fotovoltaicas, frente al autoconsumo, que con 110 MW apenas representa el 2% del total de la potencia fotovoltaica regional.  

«No se trata de quitar la grandes plantas, sino de potenciar lo que ya se sabe que es la revolución de las renovables, que es que las empresas y los ciudadanos se puedan producir una parte de la energía», apunta Sánchez. El ejemplo que pone es el de Alemania, con menos horas de sol y donde el autoconsumo comenzó a promoverse hace 20 años. «Si Alemania dejara de instalar kilovatios de autoconsumo ahora, tardaríamos 65 años en alcanzar las cifras que tienen ahora mismo», asegura Sánchez. 

A pesar de eso, hay 10.900 instalaciones de autoconsumo en servicio hoy en día y se prevé que se vayan incrementando en los próximos años, a medida que comience a consolidarse ese cambio de paradigma en el modelo energético. Ya hay más de 1.100 empresas extremeñas que disponen de autoconsumo, cuando hace apenas tres años solo eran 95, según las cifras de Transición Ecológica. El crecimiento desde el inicio de esta década ha sido exponencial y lo será aún más con las comunidades energéticas locales que se están incubando, según la previsión del gobierno regional en funciones, que sitúa en la normalización del autoconsumo el salto cualitativo que permitirá la participación activa de la sociedad extremeña en la transición hacia un modelo energético sostenible. 

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