LA ADICCIÓN AL SEXO TIENE UNA PREVALENCIA DEL 10%

Menores y pornografía: un asunto pendiente en Extremadura

Casos como los de Almendralejo llevan a expertos en adicciones a alertar sobre sus consecuencias

Un 40% de los adolescentes la consumen. «La primera vez tenía 11 años, terminé siendo como un yonki»

Un joven ve contenido pornográfico en un dispositivo, escondido en su habitación.

Un joven ve contenido pornográfico en un dispositivo, escondido en su habitación. / EL PERIÓDICO

La primera vez que Fran (nombre ficticio) tuvo acceso a la pornografía fue a finales de los años 70, cuando solo tenía 11 años. La buscó él mismo, yendo a un kiosco a comprar una revista, y descubrió que con poco dinero encontraba algo «muy gratificante». Después pasó a los videoclubs, donde alquilaba películas a pesar de la vergüenza. Hasta que llegó internet, su perdición, porque ese acceso libre le llevó a consumir de manera compulsiva. Dice que se enganchó rápido porque aquello que veía le resultaba «muy placentero» y porque en el fondo sentía que no le hacía daño a nadie. «Me fui dando cuenta de que estaba enganchado como un yonki a la droga o como un borracho al alcohol», reconoce. Aún así intentaba quitarle importancia engañándose con que no era el único que veía pornografía y que se masturbaba: «Me autoengañaba pensando que no hacía daño a nadie aunque luego vi el daño que me había hecho a mí mismo y cómo había afectado a personas de mi alrededor».

Terminó usando la pornografía como una forma de evadirse de los problemas. «Me conectaba mucho con la fantasía, hasta el punto de que la vida real no me atraía y cada vez quería pasar más tiempo evadido de la realidad», recuerda. Su obsesión por el sexo llegó a a ser «cansina». Quería consumir a todas horas. Había días que se daba «atracones». Y aquello, como cualquier droga, empezó a afectar su vida social, familiar y laboral. «Tenía la obsesión en la cabeza continuamente, la mataba a primera hora del día para poder tener unas horas tranquilo, pero la obsesión era como un zumbido molesto, si no me masturbaba o veía un poco de pornografía no me sentía bien, pero a la vez quería pasar a otra cosa», comenta.

Se aisló

Se aisló del mundo. «Me pasaba horas encerrado en mi habitación sin ganas de ver a nadie, deprimido». Consumía para aliviarse pero luego se sentía avergonzado. Era como llevar una doble vida. No se mostraba tal y como era por vergüenza: «Una semana intentaba llevar una vida espiritual y a la semana siguiente estaba en prostíbulos. Visualizaba a las mujeres como objetos», reconoce. Y mientras, nadie se daba cuenta de aquello: «Podía ir a una reunión de trabajo borracho perdido de lujuria y disimularlo. Sí podían notar que no estaba muy centrado pero no acababan de ver claramente de qué se trataba. Así que podía engañar a los demás y engañarme a la vez a mí mismo pensando que lo tenía todo bajo control», cuenta a este diario.

«Una semana intentaba llevar una vida espiritual y a la semana siguiente estaba en prostíbulos. Visualizaba a las mujeres como objetos»

Hasta que un día se le ocurrió usar internet, en lugar de para consumir porno, para buscar ayuda en la adicción a la pornografía. Enseguida encontró la web de Sexólicos Anónimos (www.sexolicosanonimos.org) y contactó con ellos. Ahora tiene casi 50 años y está en periodo de rehabilitación. «Descubrí este programa que me ha cambiado la vida a mejor. He podido parar de consumir. Estoy saliendo de la adicción aprendiendo a vivir con nuevos hábitos». Unirse a este colectivo, que atiende actualmente a más de medio centenar de personas de todo el conjunto nacional de entre 30 y 60 años, le ayuda a darse cuenta de que gente con su mismo problema sale adelante. Y le ayuda.

Ahora, viéndose desde la distancia, entiende cómo se enganchó: «Igual que los cacahuetes son adictivos, no veo nada sorprendente en que el sexo tenga mucho gancho, lo veo normal. El problema es que si se facilita mucho y en edades en las que la personalidad no está bien formada como para darte cuenta de que no puedes estar evadiéndote de la realidad continuamente, es peligroso. Por eso es bueno educar en que eso puede hacer daño», sostiene.

Recaídas

Su adicción le ha impedido tener pareja y formar una familia. A día de hoy aún no se ve preparado. «Me he estabilizado pero no puedo bajar la guardia. Noto, por cómo va la gente vestida en primavera verano, que me es fácil entrar otra vez en el ciclo de la obsesión. No entro en recaídas pero noto el peligro cercano», confiesa. De momento no piensa en ello porque está contento con sus avances. «La doble vida ha desaparecido, me he reconciliado con mi pasado y me muestro como soy», asiente.

A través de este colectivo ayuda ahora a otras personas que están pasando por su misma situación. De momento ninguna en Extremadura porque el tratamiento de la adicción al porno es todavía una asignatura pendiente en la región. Ni si siquiera el Servicio Extremeño de Salud (SES) cuenta con programas específicos para ello. Aunque precisamente por el aumento del consumo de estos contenidos (el 40% de los adolescentes a partir de 14 años accede de forma habitual a ellos) «se están elaborando varios vídeos cortos para difundirlos a los jóvenes por redes sociales, con el objetivo de hacer una labor de prevención en materia de pornografía», confirman desde el SES.

"Tenía la obsesión en la cabeza continuamente, la mataba a primera hora del día para poder tener unas horas tranquilo, pero la obsesión era como un zumbido molesto, si no me masturbaba o veía un poco de pornografía no me sentía bien"

El problema preocupa, más si cabe desde que se destapara el caso de los falsos desnudos de Alemendralejo creados a través de fotografías de menores con una aplicación que utiliza la Inteligencia Artificial. De hecho colectivos especializados en otro tipo de adicciones, como AJER (la Asociación de Jugadores en Rehabilitación que opera en Plasencia) han comenzado a realizar charlas y talleres. «Está empezando a cobrar una importancia tremenda. En la prevención lo estamos incluyendo», subraya su presidente, Eusebio Collazos. Están orientadas sobre todo a los padres, para que ejerzan un control sobre los contenidos que ven sus hijos. «Que sepan que sus hijos, cuando tienen un móvil, no es solo un teléfono, sino que con solo poner una letra le sale contenido pornográfico y la corteza prefrontal de un niño menor de 15 años no está preparada para digerir lo que ahí sale», explica.

También acuden a los institutos. Fue en uno de ellos donde una adolescente le confesó que tenía un problema con su novio. «Me dijo que quería hacer con ella lo que veía en las películas porno y que a ella no le gustaba», agrega.

Este diario ha contactado con varias asociaciones especializadas en adicciones y ninguna atiende a personas enganchadas al porno. No porque en Extremadura no haya, sino porque todavía es un tema tabú y se oculta. Según diversas investigaciones internacionales la adicción a la pornografía tiene una prevalencia de entre el 3 y el 10%, sobre todo en hombres, aunque esto puede ser solo la punta del iceberg porque la vergüenza y el sentimiento de culpa impiden a los afectados pedir ayuda. 

Sigue la investigación de los ‘desnudos’

La investigación del caso de los falsos desnudos de Almendralejo creados con Inteligencia Artificial sigue abierta. Será, en palabras del fiscal superior de Extremadura, Francisco Javier Monerto, «necesariamente larga» y «lenta», debido a que hay «muchas» personas implicadas en el mismo, tanto como sujetos activos como pasivos, todos menores.

En total hay 21 víctimas y 26 autores. Para cinco de estos últimos, que son menores de 14 años, la sección de menores de la Fiscalía Provincial de Badajoz ya ha archivado la causa al no ser imputables. Ha trasladado el expediente de dos de ellos a la Junta de Extremadura por si estima oportuno imponer medidas de protección. Los servicios sociales estudian ahora la situación social y familiar de los mismos para tomar esta decisión. Con los otros tres menores de 14 años no se hará nada. Para el resto, que tienen entre 14 y 17, la investigación continúa con la toma de declaraciones y la práctica de pruebas.

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