Historias de terror

La Chancalaera, el ser que atemoriza a los niños de Las Hurdes y acosa a los hombres

Extremadura atesora historias y leyendas de terror. Tradiciones que pasan de padres a hijos y que se cuentan en la paz y tranquilidad de una chimenea

Dibujo de Carla Dies de la Chancalaera de Las Hurdes.

Dibujo de Carla Dies de la Chancalaera de Las Hurdes. / EL PERIÓDICO

Extremadura suma historias sorprendentes que pasan de padres a hijos. Y, a veces, la tradición las ha convertido en leyendas o en mitos y, otras, en cuentos de terror que atemorizan a grandes y pequeños; muy apropiados para noches frías de invierno en la penumbra de una chimenea o para reprimir a niños inquietos y traviesos.

Fábulas como la del hombre pez de la laguna de Madroñera, en Aceitunilla. En esta alquería se cuenta que en los años 30 del siglo XX, Pedro Martín vivió un hecho portentoso. Este lugareño nadaba hacia la orilla cuando descubrió un extraño pez gigante. El miedo le hizo acelerar sus brazadas para salir del agua y, ya en la orilla, observó una extraña criatura gigante parecida a una sirena. Nadaba en la superficie con movimientos en zigzag. Pedro Martín describió aquella figura de diez metros, color grisáceo, con aletas y larga cola gruesa. Pero lo que más impacto al vecino de Aceitunilla fue el rostro del ese ser singular: era humano, pero totalmente deformado, muy plano y con mirada triste.

O la casa del miedo en La Codosera. Se encuentra ubicada entre el caserío de El Marco y el santuario de la Virgen de Chandevila. Sobre ella recaen varias leyendas singulares. Ya sus orígenes sorprenden. A principios del siglo XX, sus moradores sufrieron un calvario por los fenómenos extraños que ocurrían: muebles que se desplazaban solos, puertas cerradas con llave que se abrían durante la noche, útiles de cocina que aparecían revueltos al amanecer, cántaros que se precipitaban desde el poyete de una fuente cayendo al suelo y quebrándose.

Pero el asunto más inquietante lo vivió Manuel Estrella. Pasaba con un carro tirado por mulas y al llegar frente al inmueble, las bestias se pararon en seco negándose a seguir. Por más gritos y palos que propinó a los animales, no se movieron y en el momento en que más enfadado se encontraba, Manuel recibió dos sonoras bofetadas en pleno rostro. Pálido, sin saber de dónde le habían venido, se bajó del carro huyendo despavorido.

A raíz de este fenómeno, la casa comenzó a llamarse La casa del miedo.

La Chancalaera

Pero hoy nos vamos a centrar en la Chancalaera de las Hurdes. Cuenta Clara Dies, autora de Bestiario de tierra y tinta a el Periódico de España, que a pie del Pico de las Corujas, en las Hurdes, se esconde una criatura mitad ave y mitad bestia que tiene el poder de convertirse en una mujer de fuerza sobrehumana. Tal y como recoge Dies, "reina entre los cazadores, pelea como gato con su presa, dejando que se escapen una y otra vez en vez de llevarlos a su madriguera". Posee el don de dar zancadas de gran longitud que le permiten cruzar ríos enteros de un paso, lo que dificulta toda posibilidad de huida. Importante: no llore, es la señal que las moviliza para, una vez atrapados, comerle asado.

Junto a la descripción de Clara Dies, la web Extremadura Misteriosa subraya que a esta figura/monstruo se la considera (y también se le llama) acosadora de hombres. Grande, fuerte y muy atractiva, gracias a sus poderes, se permuta en una anciana de apariencia indefensa o en un animal.

Verdad o no, la cuestión es que este ser ya se utiliza para asustar a los niños traviesos.