Historias de vida
La tumba funeraria de los amantes de Salvaleón
A principios del siglo XX una pareja de primos que tuvo un hijo no pagó la dispensa de consanguineidad que exigía la Iglesia
La joven murió con 33 años y el cura no permitió que fuera enterrada en el cementerio religioso, por lo que los vecinos construyeron un camposanto civil para darla sepultura
Jorge Segura
A principios del siglo XX, Teresa y Francisco, dos primos de la localidad pacense de Salvaleón, fueron padres de un hijo. Los enamorados, que no llegaron a casarse, no pagaron la dispensa de consanguineidad de unas 25 pesetas que exigía la Iglesia a las parejas con lazos familiares.
La joven murió de forma repentina en 1916 a los 33 años y el cura del pueblo se negó a que fuera enterrada en el cementerio religioso, por lo que los vecinos construyeron en un día un cementerio civil para dar sepultura a Teresa y evitar que su cuerpo acabara en una fosa excavada en el campo.
Esta construcción laica, hecha para una única persona, es única en España. La obra funeraria, similar a una pequeña casa circular, se encuentra a pocos minutos andando de la localidad y tiene dos dedicatorias: «Recuerdo a mi amada Teresa que falleció el 10 de mayo de 1916 a la edad de 33 años» y «A nuestra querida madre».
Según ha investigado y publicado la biblioteca del IES Virgen del Soterraño de Barcarrota, los hijos de Teresa y Francisco intentaron que éste fuera enterrado junto a su madre, pero no lo consiguieron por los permisos y el dinero que costaba repatriar el cuerpo desde Francia, donde residía.
El lugar es visitado por muchos curiosos que se asoman por la puerta a la pequeña casita funeraria.
La historia se ha ido transmitiendo de generación en generación por el boca oído, y el sacerdote José Muriel, estudioso del caso, asegura que nunca se supo por qué la pareja no pagó la dispensa de consanguineidad para casarse. «Eran 25 pesetas, dos jornales de la época, y podía rebajarse en caso de pobreza o ser gratuito cuando la muerte estaba cerca, como ocurrió con Teresa. Al cura de aquella época se le ha acusado de pesetero o quizá, lo que sucedió realmente es que no quiso que su amada se casara con otro hombre», recoge el IES de Barcarrota.
El cura enamorado
Sesgún la leyenda, la joven era muy hermosa y el cura del pueblo estaba enamorado de ella. Al parecer, el sacerdote le escribía cartas con la sangre de las heridas que se hacía en la punta de los dedos con agujas. La joven nunca le correspondió y el sacerdote decidió hacerle la vida imposible a la vecina.
En el panel de la tumba funeraria, instalado por el Ayuntamiento de Salveleón, no se alude a la leyenda, solo apunta al tema económico: «La pareja, que estaba habituada a los trabajos duros y a los salarios escasos, no consiguió nunca dinero suficiente para poder casarse. Suplicaron mil veces al cura del pueblo y mil veces la respuesta fue negativa y tajante».
El Código de Derecho Canónico establece una serie de impedimentos respecto de la consanguinidad y el parentesco. Según su legislación, nunca debe ser permitido el matrimonio en línea recta de consanguinidad (padres e hijos, abuelos y nietos). Tampoco permite la unión matrimonial entre hermanos ni entre tíos y sobrinos.
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