Iro no puede evitar las lágrimas. Le emociona el silencio, la unión de la gente, todos contra el poder. Es el funeral del adolescente de rizos negros Alexi Grigoropoulos, que, para la joven Iro, como para muchos estudiantes griegos, se ha convertido en el mártir de la rebeldía y ha encendido la chispa de la revuelta política. Y eso a pesar de que Alexi era un adolescente más: le gustaba la música punk y el hip- hop, vivía en el barrio acomodado de Paleo Faliro y el día que lo mató la policía había salido "para ir de fiesta", según sus amigos.

En cambio, Iro ya está en el primer curso de Educación Física de la Universidad de Atenas. Allá es donde los jóvenes griegos viven su eclosión política y esta joven, de cara enrojecida por el llanto de la frustración, decidió unirse al colectivo Estudiantes Contra el Sistema.

Los centros de educación superior de Grecia son verdaderos hervideros políticos donde día sí y día también se organizan huelgas y protestas. "La situación es muy mala y, si no luchamos, no va a cambiar", dice Ido casi en susurros. Los mileuristas de España son en Grecia setecientoseuristas, lo máximo a lo que pueden aspirar. Sobre la violencia de algunos manifestantes, Iro afirma: "Puedo entender lo que ha sucedido; es la rabia. La gente está muy enfadada". No teme que el Gobierno envíe a más fuerzas a reprimirles o que tome medidas extraordinarias: "No se atreverá; nosotros tenemos el poder, no ellos".