69 Festival de Teatro Clásico de Mérida

La isla de los que sobran

La isla de los que sobran

La isla de los que sobran / Jero Morales / Festival de Mérida

Soy un cuerpo queer de la disidencia, escribió una vez Leónidas Arán Narros. La Merce también es un cuerpo disidente. Una cuerpa. Dice ‘cuerpa’, como Inma Pnitas, que me dio la mejor definición de ‘cuerpa’ posible: todo lo que no encaja en un canon estético, por edad, por color o por volumen, por capacidad. La Merce escribe la palabra interseccionalidad cuando baila, cuando te abraza con sus brazos menudos, cuando se queda abrazándote mucho rato porque le has preguntado el pronombre que usa, fíjense qué fácil, preguntar un pronombre, cómo quieres que te llame, cómo quieres que te mire, cómo quieres que te lea. La Merce es migrante, racializada y transita el género también y es bailarina y chilena y hablamos de la once, que aquí sería una merienda-cena; de las sopaipillas, de la marraqueta, de todo el pan de Chile, del folclor del norte y del sur, del folclor que la vio nacer como bailarina, de los pueblos originarios, de sus compañeros de escenario que huyeron de la guerra. 

Alba González Sanz, escritora, feminista, nos cuenta: «Hay una frase preciosa de Campoamor, que precisa su contexto en cuanto al uso no inclusivo del lenguaje y al significado político del masculino, que recuerdo ahora y que os la comparto por si como a mí os va el perreo de entresiglos: «Me siento ciudadano ANTES que mujer». Osea, Clarita Campoamor. A las de la «hembra humana adulta» las corría a gorrazos todo su exilio. Contexto: está diciendo que quiere los mismos derechos que los señores en la República naciente muy a conciencia. Como cuando Pardo Bazán se nombraba ‘escritor’ frente al menosprecio de la ‘poetisa’. No es ideal desde hoy pero estaban disputando (y muy bien) representaciones. Hay muchos temas en los que ir al pasado para reforzar tu postura es complejo porque estás arrimando ascua a sardina por encima de todo. Pero la pregunta de qué es una mujer en contexto político tiene siglos y ahí sí podemos tirar bien de las jefísimas. Hay que estudiarlas más».

Me siento ciudadano, pienso: cuántos disidentes no son ciudadanos. Porque no tienen papeles, porque llegaron por mar, porque no les dieron asilo

Bienvenides todes a Pandataria, la isla de las cuerpas disidentes, la isla de lo distinto, de lo diverso, de lo que nunca encaja, de lo deforme, lo gordo, lo flaquísimo, lo bajo, lo más negro, lo más migrante. Bienvenides todes a Pandataria, la isla en la que se baila la historia que fue, la que siguió siendo y la que será. Bienvenides todes a las geometrías de Okuda San Miguel y a la música maravillosa de Mariano Marín (lo que nos gusta Mariano Marín) y a Cayetana Guillén Cuervo diciendo: «Yo, Ursula Hirschmann, judía, apátrida: madre de Europa, madre de todas las cosas. Yo, todas ellas. Yo, Pandataria».

La isla de los que sobran

La isla de los que sobran / Jero Morales / Festival de Mérida

Ursula Hirschmann «se unió en 1932 a la organización juvenil del Partido Socialdemócrata como forma de resistencia al auge del nazismo. Tras conocer a Eugenio Colorni, un joven filósofo socialista italiano, Hirschmann se casó con él y empezó a colaborar activamente con el movimiento clandestino de la oposición antifascista en Italia, el país natal de su marido. Cuando este fue detenido y encarcelado en la isla de Ventotene, Hirschmann se fue allí con él. En la isla conocieron a Ernesto Rossi y Altiero Spinelli, que en 1941 escribieron conjuntamente el Manifiesto de Ventotene ‘Por una Europa libre y unida’. Considerado por muchos como el punto de partida del federalismo europeo, el manifiesto fue muy leído por aquellos que se unieron a la Resistencia italiana para luchar contra los nazis. El texto abogaba por una ruptura con el pasado de Europa, a fin de crear un nuevo sistema político mediante una reestructuración de la política y una amplia reforma social. Hirschmann se lo llevó en secreto a la península italiana y ayudó a divulgarlo allí». 

Todo esto lo cuentan en la página web de la Unión Europea. Y Chevi Muraday, de la compañía Losdedae, que ha llegado hasta aquí para hacer esta obra, dice: «Esto es Pandataria: el cajón de sastre, la isla-prisión, la isla del marginado, del que no forma parte de la norma, del que viene del lote defectuoso, del que no es un ciudadano legal, la isla de los que sobran, de los que tambalean el mundo, de los que no son válidos».

La isla de la persona a la que insultan, a la que castigan por no ser como los demás. Como los normales.

Qué acertado, decían, lanzar este mensaje justo este fin de semana, con las elecciones el domingo, con partidos políticos atacando en prime time a personas trans como La Merce, que baila y habla de diálogo y de encuentro porque la gente decente siempre es mejor. Este fin de semana, con los indeseables recortadores al acecho: recortando la enseñanza pública, la sanidad pública, las políticas de igualdad y de cooperación, tirando bancos con la bandera arcoiris y quitando banderas de colores porque su mundo es el de los privilegiados. Esos privilegiados que pueden ser disidentes porque el dinero es el mejor antídoto contra la exclusión de los demás. Esos a los que deberíamos enviar a Pandataria.

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