Donde todo el mundo cabía

El bar Casa Benito deja huérfana a Mérida

La emblemática taberna echa el cierre definitivamente tras más de un siglo y medio en funcionamiento. En sus mesas se han sentado Sara Montiel, Camilo José Cela, Carlos Herrera, Paco Rabal...

El pasado domingo se cerró una etapa de la historia de Mérida, la que desde hace más de un siglo y medio llevaba escribiendo el bar Casa Benito, un clásico de la ciudad. Afamado por la calidad de sus sabrosas sardinas con pan, morros de ternera, lengua al limón… El establecimiento fue abierto en 1870 por la familia Romero (Pepe, Manolo…) y desde entonces había contado con una legión de clientes fijos. Sus paredes escondían multitud de anécdotas en forma de cuadros y carteles taurinos, no en vano fue el lugar habitual de toreros, artistas, políticos, escritores, futbolistas, personas anónimas... La taberna emeritense donde todo el mundo cabía. En sus mesas se han sentado Sara Montiel, Camilo José Cela, Carlos Herrera, Paco Rabal...

El popular local cambió de manos pocos años después de entrar en el siglo XXI, pero su esencia se mantuvo intacta en la céntrica calle San Francisco (al lado del Mercado de Calatrava). «Si no conoces Casa Benito, no eres de Mérida. Me da pena porque éramos el bar más veterano de toda la ciudad. Solamente tengo palabras de agradecimiento infinito para las personas que confiaron en nosotros y durante tantos años nos fueron fieles», explica el encargado del negocio, Abelardo Sauceda.

El domingo fue su último día de actividad en el establecimiento, donde recibió junto a sus compañeros la despedida que se merecía esta taberna histórica. «Allí estuvieron muchos vecinos y también cantó la tuna, para decirnos adiós y hasta siempre. Hubo momentos muy emotivos. Es emocionante sentir ese poso que dejó la familia Romero, y me siento con el deber cumplido por haber continuado hasta esta fecha su legado», apunta con orgullo. Sus clientes, amigos y familia lo vitorearon y sacaron a hombros del interior del bar.

Todavía hay alguna cerveza fría en la nevera, quedan las mesas y la barra vacía... «Muchas gracias por todo lo vivido durante este tiempo. Bastante gente me pregunta que dónde van a ir ahora; es normal porque son años de convivencia y de atender a clientes que ya son amigos», finaliza mientras recoge los cuadros y los coloca en una caja. Casa Benito echa el cerrojo y deja dentro miles de recuerdos.

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