No hay que ser muy listo para pensar que, de no mediar una sorpresa, Domingo Suero dirigió ayer su último encuentro al Villanovense. El técnico, lastrado por una muy negativa racha de 10 encuentros sin ganar, será una víctima más de una de las leyes --no escritas-- más injustas del fútbol. Escuchando sus declaraciones postpartido, el siempre elegante Suero asumía que podía llegarle su final. Mi compañero Gonzalo Parra (Canal Extremadura TV) ofrecía un dato tan revelador como desesperante para sus intereses: el delantero Juanjo acumulaba, con el de ayer ante el Cacereño, 10 lanzamientos a la madera en lo que va de liga. Conclusión: Suero no estaría en el disparadero con un poco --sólo un poco-- de suerte. Es lamentable, pero es así. Es el tristísimo sino de los entrenadores, aunque para mí que el entrenador del Villanovense merecería un poco más de crédito. ¿Alguien lo haría mejor que él? Me dirán los directivos que se necesita un revulsivo. No: lo que se necesita, en el fútbol, es que la pelotita entre. El palo no vale.