Opinión | con permiso de mi padre

Déjennos vivir

Sean quienes sean los afortunados: hágannos la vida más fácil, que es para lo que les elegimos

Y es por fin lunes, habrá pasado la «fiesta de la democracia» y habrán perdido unos y ganado otros, o no habrá perdido nadie porque todo es relativo y al final es casi lo mismo y se reparten la tostada.

Y marchará María a las 6 de la mañana a casa de su madre a levantarla, ducharla y dejarla sentada desayunando mientras ella se va a trabajar a una oficina en la que gestiona nóminas de un importe que nunca llegará a cobrar.

Y se levantará Luis con sueño para subir la persiana de su bar, desde las 8 de desayunos a las 10 de cenas, con la incertidumbre de si subirá más la luz o si el IBI del local les va a dar tregua este año.

José María lleva a las niñas al cole, entre prisas y risas, que casi es la función de fin de curso y hay nervios y todavía la pequeña no se sabe bien el papel, y él tiene videollamada en diez minutos para renegociar la hipoteca.

Anoche durmió mal con los nervios, porque Teresa se presenta hoy a su primera entrevista de trabajo y ella sabe que flojea en inglés aunque haya aprobado el B2, así que se ha prometido ir a Irlanda este verano a mejorar si le dan el puesto.

Yeva ha mirado más de veinte veces el correo desde que se despertó, esperando su cita en el consulado para ver si por fin consigue los papeles que necesita para ejercer en España; por ahora Ucrania parece tan lejana…

Javier y Lola siguen buscando piso, porque lo de independizarse siendo mileuristas está complicado y porque en apenas dos meses van a ser tres, que el enano viene de camino y hay que organizarse antes.

Y Xoel que aún va a pasar otra semana en el hospital hasta que le quiten las grapas, y Reyes, que ayer votó por primera vez y está emocionada porque se siente parte de algo más grande. Rafael, que mantiene con su pensión a su hijo «hasta que salga de este bache» que ya dura tres años; Khadija, feliz en su primera semana como traductora en el centro de salud…

Y así miles, millones de personas con sus vidas, sus alegrías y sus dificultades, tratando de salir adelante, pagando sus impuestos, tomando un café con amigos, queriendo que les quieran, intentando cuadrar sus cuentas, tener tiempo para pasear a su perro, comer con los abuelos.

Eso somos, personas que quieren vivir en paz, que los gobiernen pensando en el bien común, que velen por lo que necesitan.

Señores gobernantes, sean quienes sean los afortunados: hágannos la vida más fácil, que es para lo que les elegimos, les pagamos un sueldo y por eso exigimos resultados. Del día a día, si nos dejan, ya nos encargamos nosotros.

*Periodista

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