Nueva sociedad, nueva política

Poesía política en el naufragio de Sánchez

Lo encumbró la nueva política y caerá bajo lo peor de la vieja (Feijóo, Page), de la que nunca quiso escapar

Poesía política en el naufragio de Sánchez.

Poesía política en el naufragio de Sánchez. / El Periódico

Enrique Pérez Romero

Enrique Pérez Romero

Por qué ha perdido tanto apoyo Pedro Sánchez, con datos macroeconómicos aceptables, si la economía importa electoralmente? ¿Por qué ese rechazo a su persona, a pesar de tantas prestaciones monetarias, útiles como «argumentos de venta» ante las urnas? ¿Qué está pasando con este «buen chico» feminista, ecologista, moderado, guapo y que habla inglés? Parece que todo el mundo anda perdido ante tales interrogantes.

Lamento decepcionar al lector, pero no podemos responder aquí, por completo. Sería sencillo, pero demasiado largo para este espacio. Además, no quisiera dar pistas a quien no las merece. Habrá tiempo. A cambio, les contaré un secreto sobre el presidente del Gobierno.

Pedro Sánchez hizo todo lo posible para que se olvidara cuanto antes que sobrevivió como secretario general del PSOE gracias a una parte de la militancia del partido que le apoyó cuando nadie lo hacía. Necesitaba construir su relato de líder «resiliente», excepcional, casi sobrehumano. Para eso escondió rápidamente el verdadero origen de su resistencia y destruyó a los militantes independientes que habían logrado rescatarle. Para erigir su «nuevo PSOE» se apoyó en arribistas que se subieron al caballo ganador a última hora, la mayoría pertenecientes a las mismas redes clientelares que habían intentado derrocarle meses antes. 

Que Emiliano García-Page, uno de sus más fervientes enemigos, haya sido el gran vencedor del PSOE el pasado 28-M, mientras Sánchez cosechaba su mayor fracaso, adquiere, así, un delicioso sabor a justicia poética. Además, la victoria de Page evidencia el resurgir de la vieja política por entre las ruinas de la generación de Sánchez (Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pablo Casado), una pretendida nueva política que ha quedado en caricatura, en simulacro, en fingimiento puesto al servicio de la obtención y mantenimiento del poder. 

La verdadera nueva política fue lo que permitió a Sánchez sobrevivir: la voluntad popular de los militantes libres organizados mediante las nuevas tecnologías. La nueva política nunca debió ser la sustitución de unos rostros por otros; ni la modificación, a título de inventario, de normas orgánicas de los partidos que nadie tenía intención de cumplir; ni, mucho menos, seguir sosteniendo una organización sobre el cemento del reparto de dinero público en forma de sueldos de cargos políticos. La nueva política nunca fueron nuevos modos de lograr viejos fines, sino dejar que la nueva sociedad, gente nueva con ideas nuevas, penetrara en las instituciones para transformar radicalmente el país. 

¿Qué consiguió Pedro Sánchez con aquella alta traición? Muchas cosas, pero una fundamental: convertir a quienes le levantaron cuando no era nada en sus principales enemigos. Militantes independientes sin ningún poder que él creyó, citando «Blade Runner», que se disolverían como lágrimas en la lluvia. Sin embargo, todos aquellos militantes (cientos, miles, la mayoría ya fuera del PSOE) no eran militantes cualesquiera: eran entusiastas de la política y tenían amigos, familia y otros entusiastas cerca. De repente, había en España miles, decenas de miles de personas convencidas de que Sánchez era un traidor, alguien en quien no se podía confiar, mala gente. Decenas de miles que poco a poco llegaron a ser cientos de miles. 

En Ferraz creen que es la derecha la que ha construido la imagen que tiene Sánchez, pero la derecha no tiene esa capacidad moral sobre un líder de izquierdas. Nunca la tuvo. Lo intentaron con Felipe González, pero a González lo abatió el desgaste de catorce años en el poder; lo intentaron con José Luis Rodríguez Zapatero, pero a Zapatero lo tumbó la crisis económica más grave desde 1929. Sánchez no va a caer bajo la mediocridad de gente como Ayuso o Feijóo, sino bajo la altura moral de sus ex compañeros, que llevan seis años contando la verdad sobre él, una verdad que tiene más peso que cualquier dato macroeconómico, que cualquier logro social y que cualquier aparente virtud estética. 

Porque, ¿quién querría apoyar a alguien que traiciona a quien lo arriesgó todo por él? ¿Quién quiere a mala gente presidiendo su país? A Sánchez lo encumbró la nueva política y caerá bajo lo peor de la vieja (Feijóo, Page), de la que nunca quiso escapar. Pura y triste poesía política. H

*Licenciado en CC de la Información

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