Encerado y clarión

Maestros de primera, trabajadores de segunda

Una clase de primaria.

Una clase de primaria.

Saturnino Acosta

Saturnino Acosta

Qué tendremos los maestros y maestras que siempre todo nos llega tarde y mal, y eso contando que llegue. Tras años reclamándolo y exigiéndolo, si cabe aún con más lógica, no más complicada que la de un niño de nueve años, después de la integración del profesorado técnico de FP en Secundaria en el grupo A1, ahora resulta que otro Ministerio que no es el de Educación y Formación Profesional, resulta que es de Sanidad, se ha comprometido a integrar en el grupo A1 a enfermeros y enfermeras del que piensa además que la reclasificación y retribución es justa y necesaria. Pues claro que lo es, pero es justa para todo el funcionariado desde el primer momento que accedieron los nuevos titulados de grado al funcionariado, pues no es el título si no el requisito que se pide para ejercer la función pública. Por ese mismo razonamiento a nuestros compañeros técnicos de FP se les ha podido reclasificar en el grupo A1 con diplomatura y por eso ahora la Ministra de Sanidad se ha comprometido con los técnicos sanitarios. Eso sí, imaginamos con la venia de Función Pública.

Si alguno echa la vista para atrás, esta situación se viene planteando desde el curso escolar 2008/9 pero con carácter laboral desde 2013, cuando accedieron a la función pública los primeros grados y convivieron laboralmente con los diplomados. En todo caso, hay otra lectura algo más leguleya, que dirían algunos, pero no por ello con menos peso legal y es la famosa frase de «titulación equivalente». Es decir, no son los años, si cinco o en algunos casos hasta seis o siete, o tres como antes o cuatro ahora, es la titulación que te permite acceder al grupo, directa o equivalente, pero para el ejercicio específico de la labor a desarrollar dentro de la función pública que es nuestro caso, ustedes perdonen, es la docencia. Y esto no es que lo diga yo, lo dice el Marco Español de Cualificaciones para la Educación Superior, y si no me creen, solicítenlo.

Si alguno echa la vista para atrás, esta situación se viene planteando desde el curso escolar 2008/9 pero con carácter laboral desde 2013, cuando accedieron a la función pública los primeros grados y convivieron laboralmente con los diplomados

Pero por si esto fuera poco, y el razonamiento o las arcas públicas, ignoran las explicaciones, hay otra, la de los corazones que no entienden de razones. Si precisamente hay que reconocer y valorar a un docente, ciertamente sería a los de infantil en primera instancia, porque gracias a ellos y a ellas, que son los que cuidan de que la semilla brote y arraigue podemos el resto regarlos, enderezarlos y sacar de ellos brotes y frutos.

Así que sin complejos y sin trampa ni cartón, ya va siendo hora que nuestra ministra, la de Educación y Formación Profesional, también nos dé una Alegría, y como Mónica, la de Sanidad, cure para 2024 esta injusticia de facto, pues no se trata de seguir ahondando en una diferencia que no existe cuando se trata de ejercer la función pública docente.

En definitiva, tenemos unos maestros de primera a los que nuestra administración trata como trabajadores de segunda al negar el mismo razonamiento que en su día se esgrimió para con el resto.

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