«Yo este año no habría hecho navidades, me habría tomado las uvas en agosto». Son palabras del jefe de Medicina Interna del complejo hospitalario de Cáceres, Carlos Martín, una de las especialidades que más ha sufrido esta pandemia, sobre todo durante la primera ola, cuando tuvieron a su cargo hasta 220 enfermos de una sola vez. Reconoce tener miedo a lo que vaya a ocurrir tras las fiestas navideñas porque puede hacer revivir lo sucedido durante los meses de marzo y abril. «Veo muy difícil que no haya un repunte en enero», confiesa. De hecho, su equipo ya se está organizando para principios de año, con el objetivo de que todo el personal esté disponible en caso de que la situación se desborde después de las fiestas.

Le preocupa la llegada de los estudiantes, la dificultad para mantener la distancia social en una casa mientras se cena en Nochebuena y que salgan los ancianos de las residencias: «¿Está uno seguro de que merece la pena arriesgar la vida de personas mayores por una cena?_No ha habido Semana Santa y no ha pasado nada. No me da miedo que se me llene el hospital sino que la Navidad cause otras 3.000 muertes», asegura. De hecho, él optaría por no relajar las medidas hasta que no se confirme la efectividad de la vacuna. «La gente está muy ilusionada pero mucho me temo que el 2021 se va a parecer mucho al 2020», dice.