Toño Pérez y Jose Polo nacieron en 1961, estudiaron juntos el Bachillerato, fundaron Atrio en 1986 en la plaza de los Maestros y en 1995 ya tenían el Premio Nacional de Gastronomía. Su historia de amor discurre paralela a sus proyectos empresariales (ahora ejecutan otro hotel de lujo en la calle Ancha que prevén abrir para el verano tras la adquisición del Palacio de los Paredes Saavedra).

Atrio tiene en su haber numerosos premios, el más reciente el Grand Prix l’Art de la Cuisine que concede la Academia Internacional de Gastronomía concedido en 2021, y dos estrellas Michelín, el máximo reconocimiento que se dispensa a un restaurante en España. Tras el milagro están sus propietarios, que ahora desde San Mateo trabajan no para servir comidas o vender habitaciones sino para hacer --aseguran-- «felices a la gente». Tanto es así que fueron ellos, merced a su amistad con los arquitectos Tuñón y Mansilla y con la coleccionista alemana Helga de Alvear quienes lograron que sus obras, entre las más valoradas del mundo, dieran vida al museo de la calle Pizarro, con entrada también por la plaza Marrón e inaugurado hace un año por los Reyes de España.

Y es que tener un hotel de cinco estrellas en la parte antigua es un hito turístico para Cáceres y que una empresa local se instalara con tanto poderío en un lugar como la ciudad monumental, tan emblemática como sin vida, fue trascendental. Participado por el Consejo de Administración de la Sociedad de Fomento Industrial de Extremadura (Sofiex), controlada por la Junta, en el proyecto hotelero del Relais&Chateaux se invirtieron en ese momento alrededor de 6 millones de euros (1.000 millones de pesetas). El amor de Jose y Polo, su tenacidad y su fe empresarial han sido capaces, sin duda, de mover montañas.