El Periódico Extremadura

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LA INDUSTRIA MÁS GRANDE DE LA CIUDAD, CON 230 EMPLEADOS, CESARÁ SU ACTIVIDAD DURANTE UNOS DÍAS

Catelsa cierra: «Es una catástrofe, estamos en una situación crítica»

La falta de microchips ha obligado a parar la planta al completo ayer y hoy porque no se puede producir. A partir del lunes prescindirán del 30% de la plantilla, que entrará en el ERTE prorrogado hasta final de año

Una imagen de la fábrica de Catelsa completamente vacía, ya que la caída de la producción ha obligado a cerrar la planta ayer y hoy durante todo el día. CarlaGraw

Catelsa arrastra una situación complicada desde hace más de dos años por la falta de microchips a consecuencia de la pandemia, agravada ahora por la guerra de Ucrania. Debido a ello la empresa, la más grande de la ciudad en estos momentos, está inmersa en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) desde el pasado mes de octubre, que afecta a los 230 empleados de la plantilla. El expediente vencía en marzo, pero la dirección decidió prorrogarlo hasta final de año debido precisamente a la caída de la producción, que no tenía previsiones de mejoras (este es el segundo expediente en dos años, porque en junio de 2020 presentó otro motivado por la crisis del coronavirus, que estuvo activo hasta octubre de ese año). Pero la situación se ha complicado ahora de tal manera que se ha visto obligada a cerrar durante dos días. Ayer y hoy la planta ha tenido que parar toda su actividad.

Es la primera vez desde que comenzó la crisis del microchip hace dos años que la empresa cierra en su totalidad. Sí había parado por sectores, pero nunca habían dejado de funcionar todas las máquinas a la vez. No había otra salida, la falta de estos conectores impide a Catelsa (que opera bajo el nombre de Hutchinson) seguir ensamblando. «Es una catástrofe, la situación que atravesamos es muy crítica», afirma el director de la planta, Jean Luc Wisniewski.

«Para mantener la empresa no había otra solución. La crisis durará otras 5 o 6 semanas más»

Jean Luc Wisniewski - Director de Catelsa-Hutchinson

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Las expectativas a medio plazo tampoco son esperanzadoras. De hecho, a partir de la próxima semana, Catelsa prescindirá del 30% de la plantilla, que se incorporará al ERTE que está en vigor. A esto se une, además, que hace un mes no renovó los contratos a los 28 empleados temporales que había contratado a principios de año tras el auge de la producción experimentado en ese momento. Todo cambió en cuestión de dos meses, de nuevo por falta de microchips (durante el confinamiento hubo un exceso de demanda de aparatos electrónicos, que se fabrican con estos elementos, y que desembocó después en la escasez de conectores en todo el mundo) y porque estalló la guerra de Ucrania.

La difícil situación se ha agravado aún más desde que el pasado 28 de marzo se decretara un nuevo confinamiento en Shanghái (China) por el aumento de los casos de coronavirus, lo que ha llevado a cerrar el puerto desde donde se exporta la mercancía. Asia es el principal proveedor de conectores y en Shanghái se encuentran inmovilizados contenedores desde hace semanas con microchips que no pueden llegar a su destino, Además, la principal fábrica que los produce también está cerrada por covid. «Con este paro en Shanghái vamos a tener problemas durante al menos cinco o seis semanas más», pronostica el director de Catelsa. A esto se suma también el cierre de las plantas de los principales fabricantes de automóviles por la misma razón. Peugeot ya ha anunciado que parará totalmente la producción la próxima semana y, aunque no es uno de los principales clientes de Catelsa, también se dejará notar.

A pesar de la difícil situación, por el momento la empresa no teme por su continuidad, tal y como asegura a este diario su director, Jean Luc Winsniewski. Pero para poder mantenerse ha sido necesario utilizar el expediente de regulación (llevaba meses en vigor pero solo se había hecho efectivo algunos días sueltos). «No hay otra manera de mantener la empresa, hay que adaptar los recursos al trabajo que tenemos», incide Wisniewski. «El problema es la gente, los trabajadores, que cobran menos y eso es complicado de gestionar», insiste el director. 

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