a sus 41 años, este cacereño es licenciado en Geografía y Ordenación del Territorio por la UEx

El ojo de halcón del ocio de Cáceres

Manolo Sánchez-Ocaña Márquez de la Plata es uno de los ayudantes de camarero más reconocidos de la ciudad

Manolo Sánchez-Ocaña, en las Caballerizas, donde trabaja los sábados.

Manolo Sánchez-Ocaña, en las Caballerizas, donde trabaja los sábados. / CarlaGraw

Manuel Ramón Sánchez-Ocaña Márquez de la Plata disfruta con sus trabajos. Los vive con entusiasmo. Le apasionan sus profesiones. Compagina su oficio de reponedor de almacén en el Hipercash Cáceres con el mundo del tardeo y la noche en Caballerizas. «Es fundamental que te guste lo que haces para que puedas realizarlo bien. Y da igual a qué te dediques; seas abogado, periodista o camarero, lo importante es que te esfuerces por ser el mejor, por aprender algo más cada día», apunta a este periódico.

A sus 41 años, este cacereño es licenciado en Geografía y Ordenación del Territorio por la UEx y tiene muy claro que la actitud es primordial, ante el trabajo y en cualquier circunstancia de la vida. Aunque todos los que se mueven por el ocio de la ciudad conocen a Manolo, pocos saben que se dedicó a vender enciclopedias o llevó a cabo una sustitución en Caja Extremadura

Él es el ojo de halcón que todo lo ve en uno de los locales más populares de la calle Pizarro. Lleva trabajando en este empleo hace 15 años y ha pasado por discotecas tan simbólicas como Down, Bahía o Barroco. También por distintas ferias de la región. Manolo sabe muy bien lo que es recoger copas, ir a por los hielos, recargar las neveras, sacar la basura, colocar papel higiénico en el baño… un currante. «He llegado a recoger en una noche más de 3.000 vasos. El trabajo de ‘runner’ (ayudante de los camareros) es mucho más que eso. La educación y la amabilidad con el cliente son cruciales. Además a las 02.00 horas me encargo del desalojo del establecimiento; pero la gente se queja porque no quiere marcharse, le gusta disfrutar hasta el final y es normal», señala.

Una década y media llena de anécdotas y gran esfuerzo físico. Manolo nunca ha sido muy amigo de colgar las fotos en las paredes de la red, esas vivencias las prefiere guardar para él como un tesoro. «Pero si he de ser sincero, de todo este tiempo me quedo con los amigos que he hecho. Hay discotecas que han sido el motor de la diversión durante años en la ciudad y han marcado a varias generaciones de cacereños», subraya con orgullo Sánchez-Ocaña, el hombre que levanta cajas muy pesadas como si fueran paquetes de pañuelos y que lo hace siempre con una sonrisa.

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