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Eufemia trajo al mundo a medio Cáceres

Fue matrona de la ciudad y ayudó a ver la primera luz a niños de la década de los 60 y los 70 que todavía la recuerdan 

Adelantada a su tiempo, su marido, Juan José Cerro, era alma máter de Transportes y Mudanzas C

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

¿Quien no ha oído hablar de Eufemia? Todo Cáceres seguramente. Es normal si se tiene en cuenta que trajo al mundo a cientos de cacereños en las décadas de los 60 y los 70. Este mes de febrero, que ha llegado con el termómetro subiendo y un calor que altera cualquier tranquilo biorritmo, se cumplen dos años del fallecimiento de una de las matronas más famosas de la ciudad.

Eufemia Vigara Navarro provenía de Salvatierra de Santiago. Su padre fue alcalde socialista durante la guerra civil. Al llegar el franquismo lo metieron en la cárcel y lo condenaron a pena de muerte. Fue en ese momento cuando el cura de Aldea Moret, con el que mantenía una buena amistad, le prometió que si lo soltaba trabajaría con él de sacristán. El sacerdote (no hay cosa que Dios no consiga) lo sacó del penal y Diego Vigara Campos (cuyo hermano, José Vigara, trabajó durante muchos años en El Periódico Extremadura) comenzó una nueva vida en Cáceres, donde montó una taberna en la avenida de Alemania y su hermano el Bar El Retorno en la misma zona.

Casado con Josefa Navarro Rincón, el matrimonio tuvo otros dos hijos además de Eufemia: Ángel y Pepe. Enseguida el patriarca de la familia advirtió que los libros eran cosa de su única hija, de manera que la envió a estudiar Enfermería a Salamanca, en aquellos años en los que si una mujer estudiaba y, sobre todo, se marchaba fuera del nido del gallinero empezaban a mirarla de soslayo. 

Pero Eufemia, valiente como pocas, no tardó en sacarse el título de enfermera y matrona y su primer destino fue de practicanta en La Cumbre. Cuando concluyó ese periodo y ya suficientemente formada, la trasladaron a la Casa de la Madre, que fue la casa cuna de Cáceres, hoy camino de convertirse en el Hotel Hilton, la cadena hotelera de gran lujo que hará de Santiago el emporio del turismo internacional (y si no, que se lo digan a La Matilda, porque cuentan que ha tenido el local pues al parecer los precios de los alquileres están ya por las nubes).

Cuando abrieron el Hospital San Pedro de Alcántara (entonces era para todos nosotros La Residencia), a Eufemia la destinaron a la Maternidad. Allí estuvo en la sala de partos y fue de las primeras que entraron en plantilla. Dicen de Eufemia que era una mujer trabajadora, profesional y entregada a un oficio por el que siempre sintió verdadera vocación. Si entraba a las ocho de la mañana, allá que estaba a las siete y media porque lo de traer niños a este mundo no era cualquier nimiedad. Así que en su carrera fue una pionera en todos los aspectos y llegó a lo más alto: la jefatura de Enfermería. Pasó por partos, por quirófano, estuvo de supervisora en traumatología en la cuarta planta hasta que se jubiló.

Eufemia se casó con Juan José Cerro Santos, el de Transportes Cerro y luego Mudanzas Cerro. Tuvieron tres hijos: Juanjo, Javier y Félix Carlos. La familia vivió en Sanguino Michel, primero de alquiler, hasta que adquirieron una casa en El Carneril. En 1982 se fueron a vivir a la avenida de Alemania.

Su hijo Javier confiesa que su madre fue su espejo. «Antes de que yo naciera, embarazada de mí, se cayó por las escaleras. Al nacer, me llevaron a Madrid y en la Cruz Roja le dijeron: ‘Llevéselo usted a Cáceres y que el niño se muera allí». Ella luchó tanto que hoy Javier cuenta: «Tras 14 operaciones me dejaron medio ‘cuadrao’», mientras narra la vida de su madre, que falleció a los 87 años pero que ya forma parte de la memoria colectiva de Cáceres. 

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