El paseíllo más inesperado

Así es Jairo Miguel de Cáceres, el niño torero que salió en el New York Times

La trayectoria del matador de toros que ha vuelto a ser portada por manifestarse vestido de traje de luces tras no ser incluido en el cartel de la Feria de Mayo

Jairo Miguel, en el Gran Teatro

Carlos Gil

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

20 de abril de 2007. El entonces novillero cacereño conocido en aquella época como 'El niño torero más famoso del mundo' se recuperaba en la habitación 209 del Centro Hospitalario de Aguascalientes de México, donde aquel día en solo dos horas se recibieron más de 300 llamadas. Jairo Miguel de Cáceres había regresado a la realidad después de tres días en una UCI mexicana tras sufrir la cornada de un toro de 450 kilos de peso de nombre Hidrocálido que casi le costó la vida y que, según sigue confesando, no ha borrado de su mente. Fatigado, pero ansioso por volver a vestirse de luces, tenía 14 años y hablaba para este periódico con una madurez y una entereza tan grandes que dejaban boquiabierto al más pintado.

Jairo Miguel, con sus padres, tras la cornada en Aguascalientes.

Jairo Miguel, con sus padres, tras la cornada en Aguascalientes. / EL PERIÓDICO

Ahora, con 31 años, 19 años después (nació en Cáceres el 5 de marzo de 1993. Su madre es cubana, su padre es el torero Antonio Sánchez Cáceres), Jairo ha vuelto a ser centro de los focos por haber protagonizado esta vez en su ciudad natal una protesta única en el mundo de la tauromaquia. Consiguió, por inesperado, un golpe de efecto. Era un secreto a voces que el diestro no estará esta Feria de Mayo en la Era de los Mártires, pero su reaparición ayer en la tierra que le vio nacer fue por la puerta grande, la de un Gran Teatro que vio cómo hacía el paseíllo en señal de protesta tras no haber sido incluido en el cartel que la empresa Lances de Futuro y el ayuntamiento presentaron por todo lo alto en la bombonera cacereña y con las entradas agotadas. Un cartel con un mano a mano entre Talavante y Emilio de Justo, y corridas de Morante de la Puebla, Juan Ortega y Pablo Hermoso de Mendoza. Los más grandes del escalafón sin Jairo entre las propuestas.

Jairo hizo ayer lo que nadie habría jamás imaginado: desfilar con garbo por San Antón para gritar que su presencia en el coso es una cuestión de justicia. El joven matador preparó su entrada en el burladero del Gran Teatro con toda la liturgia propia de un diestro de tronío cuando va a enfrentarse a un morlaco. Cuarenta minutos antes de la gala (prevista para las ocho), comenzó a afeitarse, a ducharse y a engalanarse en su finca de Rancho Torero con uno de los trajes más queridos y significativos para él: el azul y oro que lució la última tarde que se le vio en Cáceres, la del 2 de junio de 2012, y que le costó una cornada de 15 centímetros que le atravesó el muslo derecho. El percance le obligó a pasar por la enfermería pero no le impidió cortar dos orejas y salir simbólicamente por la puerta grande. Hay fotografías y vídeos que atestiguan la hazaña, con un Jairo en camilla mientras la afición aplaudía entonces su valentía.

Jairo, con 14 años, en el hospital mexicano de Aguascalientes.

Jairo, con 14 años, en el hospital mexicano de Aguascalientes. / EL PERIÓDICO

Tampoco se olvidó el matador de su capote de paseo, grana y azabache, que lleva incrustada la imagen de la Virgen de la Montaña y que fue regalo de sus abuelas materna y paterna. Al Gran Teatro ha llegado acompañado de su padre y de uno de sus mozos de espadas, Pedro Velarde. Desde que salió del coche el asombro se hizo patente entre asistentes, viandantes y curiosos, presto a cuajar su gran faena.

Jairo Miguel de Cáceres.

Jairo Miguel de Cáceres. / EL PERIÓDICO

Lo mismo que hizo en Aguascalientes, cuando no le temblaba el pulso ante Hidrocálido y aseguraba, siendo solo un niño que delante de aquel animal sentía un gozo fascinante. Cuentan que camino de la enfermería le decía a su padre que quería morir por los dolores que tenía, su pulmón se partió en dos. Pero él insistía: "Me vuelvo hombre toreando, y lo hago porque quiero, porque es mi vocación".

La infancia

Jairo fue un niño feliz, con unos padres de los que aprendió a saber lo que cuesta cada cosa, aunque fuera un simple juguete, y a darle el valor que merecía. Le inculcaron lo afortunado que era frente a aquellos que no tuvieron la misma oportunidad. Nacíó en General Yagüe y luego se fueron a vivir al Edificio Europa. Allí fue donde empezó a hacer sus pinitos como torero aunque la vecina de abajo no se lo tomara muy bien porque subía cada dos por tres a llamarles la atención. Estudió en Las Carmelitas y luego en el Colegio Internacional San Jorge, de donde se llevó los mejores recuerdos. No olvida los juegos con los amigos en Cánovas, cuando iban al cine y al Burger King.

Jairo Miguel toreando

EP

Así describe Jairo Miguel el momento en que quería ser torero: "Veía a mi padre y sus cosas de torear y recuerdo que siempre andaba tocando sus capotes y sus trajes de torear. Un día me regaló una muleta sin saber lo que aquel regalo causaría en mí, que fue que a los 5 años lo sentara en una mesa y le dijera que quería ser torero. Me puse muy pesado para conseguir que me encerraran con una vaca en la comunión de un amigo que se celebró en el campo donde vivimos. Por pesado mi padre me dijo: «Te la voy a echar, pero por la calda que me has dado, que lo sepas». Y para sorpresa de todo el mundo, formé un lío con las poquitas cosas que sabía, que había visto y que mi padre me había enseñado. Mi padre se sorprendió porque la vaquilla me revolcó alguna que otra vez y yo, lejos de achantarme, siempre hacia adelante. Todos vieron aquello como un juego pero desde el principio lo tomé como algo muy serio, desde niño me decía a mí mismo: ‘Yo soy torero’, porque el toro siempre estuvo en mí".

¿Y después qué pasa? "Pues pasa que mi padre se queda un poco en trance y me empieza a tomar más en serio, a enseñarme; hasta que me ve unas aptitutes y actitudes innatas. Y lejos de ser un capricho, yo me había convertido en una esponja. Después de un tiempo mi padre llama a Nacho Matilla, un apoderado que desgraciadamente ya no está entre nosotros, y que fue una persona clave por la amistad que tenía con mi padre y por lo que me ayudó. «Oye Nacho, que mi chico quiere ser torero, lo tienes que ver», le dijo mi padre en una llamada telefónica. «¿Y tu chico qué edad tiene, Antonio?», le preguntó. Y él le contestó: «5 años». Y Nacho exclamó: «¡Tú estás loco, estás chalao!». Mi padre insistió: «Nacho, hazme caso, tienes que verlo, vamos a ir a un tentadero. Que a lo mejor yo estoy equivocado». Nacho se negó. Pero a los pocos días mi padre lo convenció, me llevaron a un tentadero y, claro, cuando ese hombre me vio se echó las manos a la cabeza y le dijo a mi padre: «Pues macho, equivocado no estás».

Pero no fue fácil... "No. En España no se puede torear hasta los 16 años, así que iba a los tentaderos, a las ganaderías, con becerritas a modo lógicamente. Tuve la suerte, dentro de mi precocidad, de coincidir con figuras de la talla de Enrique Ponce, El Juli, Manzanares padre e hijo, Finito de Córdoba, El Litri que me ayudó horrores y le estaré eternamente agradecido, César Rincón... Digamos que con todas las figuras actuales me he criado taurinamente en las ganaderías. Mi padre, después de su etapa como matador de toros, ya era empresario taurino y en uno de los pueblos donde organizaba festejos me facilitó mi debut en público en Alcuéscar con 8 años. Allí toreé un becerro con figuras como El Fundi, Óscar Higares, Canales Rivera... Era un minimatador de toros con un becerrito y la gente se enamoró".

Jairo Miguel.

Jairo Miguel. / EL PERIÓDICO

Y vinieron multas... "Así es, porque toreé en más de un festival. Y dentro de que era un riesgo, podía más el romanticismo de vivir algo extraordinario; pero hubo sitios que no lo vieron así y me denunciaron con 3.000 y pico de euros cada multa".

Pero Jairo era imbatible al desaliento. "Sí. Y ahí se empieza a gestar la idea de América porque allí los menores de 16 años podían torear. Y un día sale. Marché a Colombia el primer viaje para una corrida mixta. La historia se repite, todos los medios de comunicación se volcaron, México se hizo eco de esa noticia recordando mi caso como extraordinario y comparándolo como el del maestro Juli, que también pasó por mi misma situación. Así se empieza a crear una realidad. Ya había pasado de ser el juego de un niño a ser un proyecto de torero".

La repercusión mediática

Y el momento de mayor repercusión mediática llega con la cogida de Aguascalientes... "Tenía 14 años y ya era figura máxima de los novilleros en América. Toreé alrededor de 70 novilladas y hasta pasé durante tres tardes por la Monumental de México. Y cuando todo estaba empezando a sonreírme por mis triunfos, en uno de los cosos más importantes del mundo, el de Aguascalientes, me sorprende el bautismo de sangre: la cornada casi mortal que recibí y la polémica que se creó sobre si era apropiado que un niño toreara, si mis padres eran unos locos, si yo era un inconsciente, en fin, tantas y tantas habladurías que hicieron que el nombre de Jairo Miguel diera la vuelta al mundo, desde The New York Times, la BBC y todas las televisiones del mundo".

Jairo, de niño.

Jairo, de niño. / EL PERIÓDICO

¿Cómo recuerda aquella cornada del toro Hidrocálido? "Siempre se me relaciona con ese episodio y no lo puedo obviar porque es mi historia, aunque haga que se pierda un poco de nitidez sobre mi trayectoria. Recuerdo aquella tarde con ilusión porque esa novillada me la había ganado a sangre, sudor y lágrimas. Todo lo tenía de cara y en el segundo toro salí a por todas, con la mala fortuna que me coge el toro de rodillas y me pega un cornadón bestial. Sentía que la vida se me iba".

Describa la cornada... "Me metió el pitón por la parte izquierda del costado, entre las costillas, que se abrieron, y cortó el pulmón. Sacó un trozo de pulmón fuera de la caja torácica, que mi padre agarró con sus manos. No la olvido.

A lo largo de estos años, Jairo ha pasado dos veces por Las Ventas, las dos premiadas, y por cientos de plazas de España y América. Pero tiene una espina, y es que en plaza en la que menos ha toreado es la de su tierra. Recuerda que ha toreado tres veces en Cáceres, y que las tres ha salido por la puerta grande. La primera en 2009, en su presentación, de la mano de Ferrera y Miguel Ángel Perera, donde cortó dos orejas. Luego, en 2010, fue protagonista de una encerrona con seis toros, siendo el matador más joven de España en conseguir una gesta como esa. Finalmente, en 2013, con El Cid El Fandi, cortó dos orejas y salió por la enfermería después de que un morlaco le asestara una cornada.

"No pido limosna, lo que estoy exigiendo en que me den lo que me he ganado como profesional y lo que me he ganado en la plaza, y en la de mi tierra sobradamente", asegura Jairo, que lleva 12 años sin torear en Cáceres, aún siendo el único matador en activo nacido en la capital.

Su trayectoria

Hijo del que fuera matador de toros Antonio Sánchez CáceresJairo Miguel Sánchez Alonso se puso delante de su primer becerro a los seis años y poco tiempo después participó en sus primeros festivales en tierras cacereñas. Al no contar con la edad reglamentaria y para evitar ser multado emigró a México junto a su padre para debutar con picadores en la localidad de Tlaxcala.

Jairo y Emilio de Justo.

Jairo y Emilio de Justo. / EL PERIÓDICO

El 10 de septiembre de 2006 se presentó en La Monumental de México y el 15 de abril de 2007 fue herido de suma gravedad en la plaza de Aguascalientes, donde un novillo de Chinampas le fracturó dos costillas, perforó el pulmón izquierdo y dañó seriamente el hígado. Repuesto de este duro percance continuó su periplo americano en distintas plazas antes de convertirse en el matador más joven de la historia al recibir la alternativa con quince años de edad en la Feria de San Marcos de Aguascalientes de 2008, de manos de Eloy Cavazos, que le cedió el toro "Talismán" de Bernaldo de Quirós bajo el testimonio de Zotoluco.

Jairo y su padre, Antonio Sánchez Cáceres.

Jairo y su padre, Antonio Sánchez Cáceres. / Francis Villegas

En noviembre de 2007, Jairo Miguel de Cáceres alcanzaba la gloria mediática y la popularidad al lograr convertirse en portada de uno de los periódicos más importantes del mundo, The New York Times. El niño, de 14 años, protagonizaba junto al francés Michelito Lagravere, de 9, el reportaje que el rotativo americano dedicó en portada al éxito en Latinoamérica de los aprendices de este arte. Aunque en España el toreo está prohibido de forma profesional a los menores de 16 años, en países latinoamericanos como México o Perú la actividad de estos jóvenes está de "moda", según avanzaba este rotativo.

A pesar de que los astados que faenan no son mucho más grandes que ellos, estos "minimatadores", como los denominaba el periódico, han conseguido atraer la atención de los principales promotores del toreo, que ven en ellos una nueva atracción para llenar los ruedos. Pasan los años y Jairo sigue ahí, cosechando portadas en su lucha incansable por conquistar el tendido de Cáceres

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