Un año aciago para la apicultura

La sequía agudiza la disminución de la cosecha de miel y la pérdida de abejas en Extremadura

La producción se desplomará hasta un 50% por los efectos del calor y la varroa, que pueden llegar a hacer perder más de un tercio de los ejemplares

La sequía agudiza la disminución de la cosecha de miel y la pérdida de abejas en Extremadura

La sequía agudiza la disminución de la cosecha de miel y la pérdida de abejas en Extremadura / Domenech Castelló

El 2022 puede acabar siendo uno de los años más dramáticos de las últimas décadas para la apicultura extremeña. No solo por la importante merma de la producción –aunque aún no se cuenta con datos definitivos, hay coincidencia en que la disminución de la cosecha puede rondar el 50%, en la misma línea del desplome que habrá en todo el país--. También porque la sequía y las olas de calor de los últimos meses se han sumado a los habituales estragos que ya vienen causando la varroa y el abejaruco en las colmenas y han disparado la mortalidad. Todo en un escenario que acaba de completarse con una escalada de costes de producción que parece no tener fin.

Extremadura es uno de los principales referentes de la apicultura española. Es la comunidad que más colmenas concentra (un 22% del total), si bien la proporción de explotaciones registradas sobre el total nacional es bastante menor, algo por encima del 5%, contraste que encuentra su explicación en el alto grado de profesionalización de la apicultura extremeña, el más elevado del país.

En términos de miel recogida, y sumando las cosechas de primavera y la de finales de verano-otoño, «este posiblemente sea el peor año de los últimos veinte», adelanta Ventura Gil, presidente de La Asociación Profesional de Apicultores Extremeños (Apaex). Esto, junto a la mortandad producida, «han puesto a la apicultura en una situación límite. Hay apicultores que se están quedando sin colmenas», apostilla. 

El factor por el que más ejemplares perecen «es la varroa, pero si a eso le unes que hay menos polen y néctar en el campo por cuestiones climáticas, pues se acelera el problema», zanja. Las temperaturas extremas que han acompañado durante buena parte del periodo estival y la falta de precipitaciones han secado muchas plantas y han evitado que otras florecieran o lo hicieran durante menos tiempo del habitual. También han reducido la disponibilidad de agua en el campo. Con menos alimento y agua, las abejas han sufrido una importante disminución de recursos para subsistir.

«Posiblemente, este será el peor año de los últimos veinte para el sector»

Ventura Gil

— Presidente de La Asociación Profesional de Apicultores Extremeños (Apaex)

Y luego, están los abejarucos. «Causan mucho daño no ya por las abejas que comen, sino porque asfixian a las colmenas», dice Gil. «Con temperaturas como las que hemos tenido este verano, muchísimos días seguidos por encima de los 40 grados», estos pájaros se sitúan en las proximidades de las colmenas y «no dejan salir a las abejas en todo el día». Sin poder ir en busca de agua para refrigerar los panales, la temperatura en su interior «sube a 50 o 60 grados», por lo que los insectos acaban «ahogados» en su miel o en la cera derretida, aclara.

«Las últimas tres campañas han sido malas, pero esta ya ha sido un desastre», sintetiza Antonio Prieto, responsable de Ganadería de UPA-UCE y apicultor, quien vaticina que el 2022 será más aciago que algunos de los peores años vividos por el sector en las últimas décadas, como el «catastrófico» 2017.

 «No ha habido miel, no ha habido polen», pero sí «muchísimas más bajas de lo normal en las explotaciones, debido a la ola de calor, a que la varroa no se acaba mantener a raya con los productos que tenemos y a la presión del abejaruco que, al no haber comida en el campo, se ha cebado con la abejas». Prieto estima que la mortalidad, aunque haya podido variar entre explotaciones, puede haberse movido entre el 30% y el 40% de las colonias, y que solo en algunos casos en los que se haya hecho la trashumancia en zonas «un poco más húmedas, con menos temperatura», se habrán podido mover en unas mejores tasas.

«Las últimas tres campañas han sido malas, pero esta ya ha sido un desastre»

Antonio Prieto

— Responsable de Ganadería de UPA-UCE y apicultor

«Por desgracia esto ya se está convirtiendo en lo habitual. Son muchas las campañas donde no solo evaluamos la pérdida de producción sino también la de colmenas, que es donde más sufre el sector. Llevamos cuatro o cinco campañas con mortandades del 30, 40 o el 50% », lamenta José Antonio Babiano, presidente de la Sectorial Apícola de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura, que cita también el impacto negativo que han supuesto este verano los incendios forestales.

La pérdida de ejemplares tendrá, asimismo, un efecto directo en las próximas producciones porque, si se hacen nuevos enjambres para reponer la cabaña, eso limitará la extracción de miel o polen.

Babiano subraya la paradoja de que a pesar de tener poca producción, en el ámbito comercial «hay una paralización prácticamente absoluta en estos momentos. La poca miel que se ha cosechado está sin vender».

Una parálisis que este dirigente cooperativo atribuye a la importación masiva de producción foránea. «Hay una sustitución tanto de miel como de polen españoles por los de terceros países», aduce. Productos que se traen a un precio muy por debajo de los costes de producción en España, disparados este año. «Solo hay que ver el etiquetado en una gran superficie, con mezcla de mieles de cinco o seis países distintos», incide.

«A nivel comercial, hay una paralización prácticamente absoluta en estos momentos. La poca miel que se ha cosechado está sin vender»

José Antonio Babiano

— Presidente de la Sectorial Apícola de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura

La apicultura no ha escapado al incremento de los insumos que ha golpeado al campo de forma generalizada. No solo por el alza del gasóleo, clave en una actividad que en la región lo normal es que sea trashumante y con desplazamientos a considerables distancias. También se han encarecido la alimentación artificial, o los tarros, cajas y envases metálicos que se emplean. Sin embargo, la apicultura ha quedado fuera de las ayudas habilitadas a nivel autonómico o nacional para paliar los efectos de la invasión rusa de Ucrania en las actividades ganaderas.

«Es lamentable que para un sector estratégico en Extremadura, en zonas como Gata-Hurdes, Villuercas-Ibores o La Siberia, no haya habido ayudas», critica Antonio Prieto, que incide en que los apicultores se ha visto afectados «igual» que el resto de actividades ganaderas por la escalada de los precios.

«No entendemos como el ministerio y la consejería han dejado a las colmenas fuera de las ayudas», coincide Ventura Gil.Desde Apaex se ha solicitado a la Consejería de Agricultura que «adelante las ayudas agroambientales a diciembre. «Los apicultores necesitan tener liquidez cuanto antes», razona. A causa de las «masivas importaciones» de miel de «baja calidad» de China, esgrime Ventura, los envasadores no están mostrando de momento interés por la producida en España. La «poca miel» recogida este año sigue «parada» en los almacenes de los apicultores o de las cooperativas, afirma.

«La venta este año está muy parada» 

SERGIO GIL. APICULTOR DE TORRECILLA DE LOS ÁNGELES

«A una colmena hace unos diez años tú podías sacarle un enjambre, luego polen y después te daba además miel. Ahora tienes que elegir, porque las tres cosas no te va a dar», ilustra Sergio Gil sobre cómo ha ido disminuyendo la productividad en el sector apícola. Con 32 años, él es ya la quinta generación familiar de apicultores. Su explotación la componen unas 800 colmenas, distribuidas en varias zonas de las dos provincias extremeñas (Sierra de Gata, Sierra de San Pedro o Monfragüe). Con ellas elabora alrededor de 8.000 kilos de miel anuales, dos tercios de ella oscura (roble o encina), y cuenta con envasadora propia en la localidad cacereña de Torrecilla de los Ángeles (su etiqueta es Miel Los Ángeles). «La venta este año está muy parada y la miel no va a valer lo que debería con la poca que se ha cogido», apunta.

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