comienza una nueva edición del programa vacaciones en paz

Extremadura recibe con los brazos abiertos a los niños saharauis

Un centenar de menores pasarán el verano en la región con sus familias de acogida

Durante su estancia podrán mejorar su alimentación y recibirán atención sanitaria

Niños saharauis junto a sus familias de acogida, este jueves, recién llegados a Mérida.

Niños saharauis junto a sus familias de acogida, este jueves, recién llegados a Mérida. / EL PERIÓDICO

Tras un año de espera, al fin se ha producido este jueves el reencuentro entre los niños saharauis y sus familias de acogida extremeñas. Las caras de inmensa felicidad y los abrazos han protagonizado este momento tan especial, que ha dado inicio a una estancia que permitirá a un centenar de menores procedentes de los campamentos de personas refugiadas saharauis en Tindouf (Argelia), de entre 8 y 12 años, disfrutar de vivencias nuevas que les marcarán para siempre. Después de dos años de parón a causa de la pandemia de coronavirus, 78 pequeños estuvieron el pasado verano en Extremadura en el marco del programa Vacaciones en Paz, que se lleva desarrollando desde hace ya más de 20 años, por lo que en esta ocasión han aumentado los participantes.

Los menores han aterrizado a primera hora de la mañana en el aeropuerto de Sevilla, desde donde han sido trasladados en autobús hasta la región. Pasadas las 13.30 horas, ocho de ellos se bajaron en la parada en el área de servicio Abades (Mérida), donde fueron recibidos por familias de la capital extremeña y su comarca, que aguardaban la llegada con muchos nervios e ilusión. «Es un día de muchos nervios, en casa no hemos parado de organizar para sorprenderles cuando lleguen. No vemos el momento de abrazarles», confesaba Maria José Suárez, quien esperaba a los pequeños Tfarah y Abde.

«Estoy muy nerviosa por el momento de la llegada, con los abrazos y los olores al Sáhara, es increíble», expresaba Rebeca Ordóñez minutos antes de volver a ver a la pequeña Lubeina, a la que ya acogió en la edición anterior. «No hemos perdido el contacto y en Semana Santa tuve la suerte de ir a los campamentos, de conocer a su familia y a ella en su entorno. Las tradiciones, el idioma y todo lo vivido ha sido emocionante. Eso nos ha vinculado muchísimo más», apuntó. «El año pasado no quiso ir a la playa porque le daba mucho miedo el agua, pero este año vamos de vacaciones a la playa que tiene ganas», bromeó.

En este punto también estaban las hermanas Isabel y Eulalia Gallego esperando a su hermano de acogida Gasem. «El año pasado ya estuvo en casa con nosotras y a ver qué tal, porque es un niño bastante introvertido y al principio fue complicado», dijo Eulalia. «La experiencia nos ha aportado cosas muy bonitas, él se quedó con muchas ganas de seguir aquí y hemos mantenido el contacto todo el año, además de que le hemos mandado comida y alimentos. Él nos escribía para decirnos que quería volver», confesó. 

La Federación de Asociaciones de Amigos y Amigas del Pueblo Saharaui de Extremadura (Fedesaex) promueve este programa que tiene entre sus objetivos mejorar las carencias nutricionales de estos menores, así como sus condiciones sanitarias a través de revisiones médicas durante el periodo estival. También les posibilita aprender el idioma español, además de realizar un intercambio cultural con sus familias de acogida y su entorno. Asimismo, pretende sensibilizar a los extremeños sobre la situación del pueblo saharaui para generar una conciencia solidaria. 

La coordinadora de Vacaciones en Paz, Eva María Escobar, ha destacado la importancia de que la sociedad extremeña entienda que «esto es una causa solidaria de un pueblo que está en el refugio desde hace 50 años y ahora lo está pasando especialmente mal porque sus necesidades básicas ya no se ven cubiertas por la ayuda internacional".

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