RELIGIÓN

Faltan curas en Extremadura

No hay un gran relevo generacional en la comunidad, por lo que los sacerdotes escasean y han de doblar turnos. De media han de atender dos o más iglesias a la vez, ya sea en las ciudades o pueblos pequeños

La falta de curas se hace cada vez más ostensible en toda España. Según los datos que publicó la Conferencia Episcopal Española en marzo de este mismo año, en España hay 16.126 sacerdotes, lo que supone un descenso importante si lo comparamos con la cifra de una década atrás: unos 19.163. Llevada la estadística a Extremadura sobre el terreno, la realidad es que los curas de la región atienden dos o más parroquias a la vez por falta de personal. 

Por ejemplo, el padre Miguel Ángel García, que ejerce en la provincia de Badajoz y es párroco en dos pueblos distintos, Monesterio y Hoya de Santa María, a la vez que es copárroco en Calera de León junto al padre José Rubio, que a su vez también es párroco en otros dos pueblos: Fuentes de León y Cabeza de la Vaca.

Pese a que ambos tienen numerosas funciones, como atender la realidad pastoral de cada comunidad o realizar la celebración de los sacramentos, entre muchas otras, gestionan estas parroquias simultáneamente. De hecho, tanto Miguel Ángel como José Rubio recorren más de 100 kilómetros diarios para poder estar en todas a la vez: «En nuestra zona somos 3 curas encargados de nueve pueblos», explica el padre Miguel Ángel. 

Por su parte, semanalmente, su compañero José Rubio realiza cinco misas en Fuentes de León, tres en Cabeza de la Vaca y otras tres en Calera de León, repartidas las de este último pueblo entre él y Miguel Ángel. Además, para las parroquias de los municipios pequeños el verano es la época de máxima actividad, ya que muchas personas que viven en grandes ciudades pero que son originarias de estos pueblos regresan a ellos en verano, ya sea para pasar las vacaciones, visitar a familiares, celebrar bodas y bautizos… Por lo que la actividad de los curas se dispara: «No podemos tener vacaciones, ni siquiera cogernos una baja, porque no hay nadie que nos pueda sustituir, y en verano muchísimo menos», asegura Miguel Ángel.

De otros países

Los curas autóctonos se hacen mayores y se jubilan (a los 75 años los sacerdotes dejan de tener responsabilidad, aunque pueden seguir ejerciendo), y son pocos los jóvenes que hay en la región que estén disponibles para realizar servicios en zonas alejadas. En ocasiones se incorporan curas extranjeros provenientes de países americanos, africanos o europeos para sustituir a sacerdotes en pueblos pequeños, pero siguen sin ser suficientes. 

De hecho, según los datos publicados por la diócesis Mérida-Badajoz, en dicha diócesis hay actualmente 205 parroquias repartidas entre 127 párrocos, copárrocos o párrocos in solidum, de los cuales más de la mitad gestionan dos o más parroquias al mismo tiempo. Para Miguel Ángel y José la clave está en la distribución de los curas por toda la región para que se puedan atender las demandas tanto de las grandes ciudades, en las que existe una mayor concentración de sacerdotes, como de los pueblos pequeños.

La situación obliga a cambiar el horario de misas para que a los sacerdotes les de tiempo a llegar a todos los pueblos. Por ejemplo, este verano algunas misas han sido programadas a las siete de la tarde en plena ola de calor para poder cuadrar la agenda, pero el padre José asegura que la gente es muy comprensiva y valora el esfuerzo de sus curas. 

Incluso se forman grupos de laicos para realizar oraciones y rezos en los que no está presente el sacerdote de la parroquia, como el modelo que llevan a cabo los misioneros: «Esto es un esfuerzo de todos. La gente de la comunidad cristiana se va responsabilizando cada vez más con este asunto. No es lo más idóneo, pero hay que recordar que el centro de la Iglesia no es el cura, sino Jesús de Nazaret». 

Seminaristas y disminución de la fe

Unos siete años son los necesarios para que un adulto se convierta en sacerdote. Las etapas del Seminario Mayor se dividen en cuatro: propedéutico, consta de un año y sirve a los seminaristas para conocer su vocación hacia Dios y madurar personal e intelectualmente; etapa discipular, dos años de estudios teológicos académicos cuyo principal objetivo es aprender a ser discípulo de Cristo; etapa configuradora, tres años de estudios teológicos académicos cuya principal misión es identificarse con Cristo; y la etapa de síntesis, que puede durar unos meses y el principal objetivo es la asunción paulatina de responsabilidades por parte del seminarista dentro de una parroquia, así como insertarse en la vida pastoral. Explica José Juan López Zambrano, rector del Seminario Metropolitano San Atón, que la mensualidad para entrar en el seminario menor es de 300 euros, mientras que para entrar en el Seminario Mayor son 600 euros, pero si por circunstancias varias la familia del seminarista no pudiera permitirse esos gastos, sería el propio seminario el que se hiciera cargo de los gastos, además de que algunos seminaristas obtienen becas para poder sufragar el coste.

En Badajoz este año se han ordenado tres diáconos, que en unos seis meses podrán ejercer de sacerdotes, y José Juan se muestra optimista con la cifra: «Es un buen número, puesto que llevábamos dos años sin que ningún seminarista se ordenara sacerdote, aunque es cierto que no es suficiente para solucionar la carencia de curas». José Juan cree que la falta de curas es debido principalmente a una disminución de la fe en la población. Al fin del curso 2022-2023 la cifra de seminaristas en España fue de 974, por debajo de los 1.000 por primera vez, mientras que en el curso 2012-2013 fueron 1.307 seminaristas los registrados por la Conferencia Episcopal Española. Además en estos últimos diez años el número de bautizos en España ha pasado de 254.22 a 149.711, y una tendencia muy parecida ocurre con los matrimonios (de 54.149 a 27.075), las confirmaciones (de 118.069 a 103.000), las comuniones (de 249.526 a 182.760), o el número de monjas y monjes (de 10.899 a 8.326). 

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