Mercado de trabajo

La brecha en discapacidad y empleo en Extremadura: el 0,3% de los contratos

En los siete primeros meses de 2023 accedieron a 706 contratos de los 231.000 que se firmaron en ese periodo

Los centros de empleo son la principal puerta de acceso a un trabajo, mientras en la empresa privada aún es limitada

Antonio Romero, repara una bicicleta en el taller de SIE 2000.

Antonio Romero, repara una bicicleta en el taller de SIE 2000. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

«El primer día de trabajo se me hizo un mundo y sólo pensaba que no sabía qué hacía en ese trabajo y qué podía hacer yo», recuerda Francisco Romero de sus primeras horas en la empresa en la que lleva ya más de 23 años. Era su primera experiencia laboral, llegando ya a la treintena. Accedió a través de Cocemfe Badajoz en la empresa SIE 2000, que funciona como centro especial de empleo y gestiona la limpieza y el taller del servicio de autobuses de Badajoz y la reparación del las bicicletas municipales. «Pero yo no sabía ni poner un tornillo y menos aún retirar un parachoques. Y luego está mi silla de ruedas», apunta de las dos barreras que veía en ese momento para retener su primer trabajo. 

Las dos las acabó derribando con actitud, formación y algo de ayuda. «Está claro que yo solo no puedo poner la luna de un autobús, pero lo hago con la ayuda de un compañero. Es para lo único que necesito ayuda. Todo lo demás, como retirar el parachoques, lo hago solo; y por supuesto cualquier clase de reparación en las bicicletas. La empresa se ha adaptado a mí, pero me he adaptado yo más a ella», apunta. Su caso es uno más en la realidad del empleo y la discapacidad, donde los centro especiales de empleo siguen siendo los grandes centros de contratación de las personas con discapacidad; y las oenegés, las entidades que actúan como agencias de colocación.

Los datos no dejan lugar a dudas. Tomando como referencia los siete primeros meses de este año, solo 706 de los 231.000 contratos que se firmaron en Extremadura fueron con personas con algún grado de discapacidad, apenas el 0,3% de los nuevos empleos; y la cifra supone una leve mejoría si se toma como referencia el mismo periodo del año anterior: en 2022 fueron 587 contratos de los 292.000 de los siete primeros meses del año, el 0,2%. Sin embargo, los últimos datos disponibles de la Encuesta de Población Activa y la experiencia de las oenegés centradas en la discapacidad, evidencian que existe una brecha que lastra en la contratación a estos trabajadores. Los últimos datos disponibles corresponden al año 2020 muestran que de las 488.300 personas incluidas como población activa, 13.700 tienen alguna discapacidad. Son el 3% de los trabajadores, pero solo acceden al 0,3% de los contratos. 

Tercer sector, sindicatos y patronal ven avances, pero asumen que persisten «estereotipos»

Con datos también de 2020 proporcionados por Cocemfe, la tasa de actividad de las personas con discapacidad es del 29,89% . En cuanto a las personas en situación de desempleo con algún grado de discapacidad, al cierre de 2022, los datos más recientes disponibles, eran 3.888 personas en Extremadura, el 4,7% de los parados de ese mes (82.534); y la afiliación estaba en 7.820 personas, el 1,9% de los afiliados en ese periodo (405.073). En cuanto a la estabilidad en el empleo, no varía mucho la situación: el 63% de las contrataciones fueron temporales en ese periodo, frente al 37% de los contratos indefinidos a personas con discapacidad, cuatro puntos más que en el mismo periodo de 2022: el 70% de los contratos fueron entonces temporales.

Y junto a los datos, la realidad. «La situación en Extremadura es bastante mejor que en otras comunidades, porque hemos conseguido acordar con la administración algunas medidas», expone Jesús Gumiel, presidente de Cocemfe Badajoz y vicepresidente de Cermi Extremadura, que insiste aúna sí en «seguir avanzando». 

Discriminación positiva

Entre esas herramientas está el acuerdo con la Junta de Extremadura que se remonta a 2003 para mejorar el decreto de acceso al empleo público para las personas con discapacidad, con plazas que se adapten a sus habilidades; o el plan de empleo rubricado en marzo de 2023 que plantea medidas de discriminación positiva durante dos años y que debe ponerse en marcha en los próximos meses por parte del nuevo ejecutivo. Aun así Gumiel asume, por un lado, que hay personas con una discapacidad que prefieren mantener la pensión no contributiva (unos 478 euros mensuales) a la que tendrían que renunciar por entrar en las listas del Sexpe como demandantes de empleo. Pero indica igualmente los problemas a los que se enfrentan las personas con discapacidad, que van más allá de sus habilidades para el puesto de trabajo. 

«La realidad nos dicen que hacen falta más de centros de formación en el medio rural y también se precisan mejoras de accesibilidad en el transporte interurbano, porque una persona en silla de ruedas de Llerena que consigue un trabajo en Azuaga no puede desplazarse entre las dos localidades porque no hay un transporte público adaptado; pero tampoco tiene fácil sacarse el carnet de conducir porque las autoescuelas con coches adaptados solo están en las grandes ciudades», apunta sobre las limitaciones que penalizan doblemente la discapacidad en el mundo rural. Y traza un perfil del rostro del desempleo en el caso de la discapacidad que repite el patrón tradicional del desempleo: «Mujer, con escasa cualificación y en el mundo rural», dice Gumiel.

«La empresa se adaptado a mí, pero yo me he adaptado más a la empresa para hacer mi trabajo»

Antonio Romero

— Repara autobuses y bicicletas

Desde la patronal valoran los avances que se han producido en la contratación de personas con discapacidad en la empresa privada. «Hay facilidades y se está haciendo una labor importante de colaboración entre las entidades del tercer sector y las empresas para casar la oferta y la demanda», apunta Francisco Javier Peinado, Secretario General de la Creex. El problema que señala es el «desconocimiento» que sigue habiendo en muchas empresas: «Pasa especialmente en las más pequeñas; contratan poco y menos aún personas con discapacidad salvo que conozcan esa realidad porque tienen cerca a alguien», apunta. Junto a eso, Peinado destaca también que la intensidad de las ayudas a los centros especiales de empleo «hacen mucho más atractiva la contratación para ellos». «Pero el reporte que tenemos de las empresas que han contratado a una persona con discapacidad es muy positivo, con un alto grado de satisfacción porque son trabajadores muy fieles con la empresa y muy implicados», subraya. 

«Los centros especiales de empleo deberían ser espacios de tránsito hacia la empresa privada y la realidad es que eso no está sucediendo», advierte la secretaria de Igualdad, Políticas Sociales y Salud Laboral de UGT, María José Ladera. ¿La causa? «Es un problema de cultura empresarial. Se sigue confundiendo discapacidad con incapacidad para trabajar y la realidad es que no solo la contratación no es la que desearíamos, sino que son los primeros a los que se les expulsa del mercado laboral cuando la situación de la empresa va mal», advierte.  

«Persisten estereotipos»

«Es cierto que en las empresas ordinarias sigue costando insertar a las personas con discapacidad», dice María José Laso, responsable de intermediación laboral de Cocemfe. Tiene una discapacidad física y se incorporó a la oenegé tras pasar por la empresa privada como auxiliar administrativo. Desde allí pone en contacto a demandantes de empleo con discapacidad con empresas y sobre todo con centros de empleo, el gran motor laboral aún de las personas con discapacidad. «Persisten estereotipos, aunque cada vez menos, y la mayoría no están adaptadas o exigen más requisitos para acceder al puesto que un centro de empleo», reconoce. Más allá de las limitaciones que pueda imponer la discapacidad, la cualificación es el factor determinante para Gumiel: «Una persona con síndrome de Down con un buen preparador laboral y una empresa dispuesta a poner un poco de su parte puede desempeñar un trabajo en condiciones». La edad, también.

Antonio Holgado no juega a la lotería pero dice que le acaba de tocar en forma de contrato fijo y sueldo digno a sus 54 años. «Un contrato indefinido a esta edad... Es que se te abre el alma. No me lo creía cuando me lo ofrecieron porque la discriminación en el acceso al empleo para las personas con más de 50 años es muy grande y más con una discapacidad. Parece que lo tenemos todo hecho en la vida y yo tengo que seguir viviendo y trabajando porque no me jubilo hasta los 67 años», reclama. 

También en este caso, la empleabilidad se complica siendo mujer, con poca formación y en el medio rural

Holgado tiene una discapacidad del 43% porque apenas tiene movilidad en una pierna y ha trabajado como auxiliar de ayuda a domicilio durante ocho años. Eran pocas horas y apenas superaba los 400 euros al mes. Ahora se ha incorporado a la empresa Íntegra, que se ha quedado con el mantenimiento de las instalaciones deportivas de la ciudad de Badajoz. Tiene un contrato de algo más de 30 horas semanales que deberá subrogar también la próxima empresa que asuma el servicio. Lo ve como un seguro de vida y asume que la escasa cualificación le ha impedido acceder a otros empleos. «Yo pertenezco a la generación del baby boom y no pasé de la EGB (la educación básica, equivalente ahora a Primaria) no se puede comparar nuestra situación con la nueva generación, que sí viene muy preparada. Pero tenemos que seguir trabajando», insiste. Él lo hará a partir de ahora dando acceso a pistas y pabellones de Badajoz, asumiendo el mantenimiento básico e informando de otros desperfectos para que intervengan los servicios municipales.

Personal de Reciex y alumnos en formación, en un acto solidario de la empresa.

Personal de Reciex y alumnos en formación, en un acto solidario de la empresa. / CEDIDA

«La inserción en la empresa privada es aún complicada»

Deberían ser la puerta de acceso al mercado laboral de las personas con discapacidad y la realidad es son en realidad el principal motor de empleo para ese 3% de población activa. Los 202 centros especiales de empleo que hay en Extremadura tienen unos 3.100 trabajadores según los datos que maneja Cocemfe. 

«La inserción en la empresa privada sigue siendo complicada. Hacen alta más centros especiales de empleo», asegura Javier Lavado, vicepresidente de la cooperativa Minusbarro y responsable dentro de ella del proyecto Reciex, un centro de almacenamiento reciclado de aparatos eléctricos y electrónicos asentado en Zafra y con capacidad para procesar 288.555 kilos anuales. 

Hay 202 centros especiales de empleo en Extremadura, con 3.100 contratados. Reciex nació en 2022 y tiene 14 empleados

El proyecto arrancó en febrero de 2022 con dos personas, un camión y una nave y en el mes de septiembre se sumará una segunda nave y la plantilla se incrementará hasta los 14 trabajadores y ampliarán también la red de actuación por la provincia de Cáceres, tras asentarse en la de Badajoz. Como empresa constituida el centro especial de empleo, el objetivo es crear empleo para personas con discapacidad El 90% con discapacidad física, pero hay un trabajador también con discapacidad intelectual. «Una de las actividades que tenemos es desmontar motores para sacar el cobre y en esa tarea la puede hacer un trabajador con una discapacidad física; pero puede desmontar un ordenador o una pantalla una persona con discapacidad intelectual. Puede que haya que tener paciencia al enseñarle, pero para eso estamos», recalca. «Aun así, la realidad es que las personas con discapacidad intelectual lo tienen más complicado», asume. 

Lavado se lanzó al proyecto al dejar su actividad como comercial de una firma importante de alimentación cuando le detectaron autismo a uno de sus hijos, más tarde TDAH a otro y otra enfermedad degenerativa a su mujer. El horizonte de los pequeños es lo que más le preocupa y de ahí su reivindicación para que más proyectos como el suyo den oportunidades a las personas con discapacidad que quieren trabajar. «Es que el horizonte laboral que tienen es muy, muy complicado. Hacen falta más proyectos como este», concluye.

Suscríbete para seguir leyendo