Día Internacional de la Mujer: Las cifras de la desigualdad

La pandemia agranda la brecha de género en la conciliación

Un estudio de la UEx evidencia que la carga de la mujer en el hogar creció más que la del hombre durante el confinamiento

Ellos solo aumentaron sus tareas en las visitas al supermercado, pese a reducir sus jornadas en mayor medida

Los profesores de laUniversidad de Extremadura autores del estudio, Olga Tostado e Ismael Pérez, en el campus de Cáceres.

Los profesores de laUniversidad de Extremadura autores del estudio, Olga Tostado e Ismael Pérez, en el campus de Cáceres. / CEDIDA

Era lo que sospechaban antes de lanzarse a su investigación y los resultados no les han sorprendido. La pandemia de covid-19 y el confinamiento en los hogares que provocó una crisis sanitaria, social y económica acrecentó la desigualdad entre géneros tanto en el ámbito de la conciliación de la vida laboral y familiar como en el mercado de trabajo. Es la principal conclusión de un estudio realizado por los profesores e investigadores de la Universidad de Extremadura Olga Tostado (experta en temas de género) e Ismael Pérez (economista), que además acaba de ser publicado en la revista internacional Estudos Feministas.

Durante las crisis se dan pasos atrás y los cuestionarios (adaptados a Extremadura) realizados a más de 400 parejas heterosexuales extremeñas con al menos un hijo menor de 16 años vienen a confirmar con datos reales la desigualdad que sigue existiendo. «Sabíamos que esa desigualdad sigue latente en las familias extremeñas a pesar de los avances en la legislación y queríamos demostrarlo con datos, porque muchas veces se ponen en marcha medidas o se toman decisiones sin tener claro la situación de partida», señala Tostado. 

¿Y cómo está la situación? «La pandemia acentúa la carga del hogar que tienen las mujeres. Ellas no solo siguieron encargándose mayoritariamente de las tareas domésticas y de cuidados de la familia, sino que además aumentaron su carga más que los hombres». Y esa brecha, todavía más grande, se produce además en un contexto en el que los hombres, de media, redujeron en mayor proporción sus jornadas laborales que ellas, lo que se presupone que contaban con más tiempo disponible para ocuparse de las tareas del hogar y la familia. «Los resultados dejan claro que todavía hay una asignatura pendiente en la conciliación entre la vida laboral y los cuidados», apunta la investigadora, quien urge tomar medidas integrales encaminadas a la conciliación real, «que no se limiten a acciones puntuales y que deben ir acompañadas de un mayor compromiso por parte de los hombres con las tareas no remuneradas».

Los investigadores urgen medidas integrales, no puntuales, para la conciliación real y un mayor compromiso de los hombres

Las cifras que aparecen en el estudio son claras y demoledoras. Si antes de que estallara la pandemia de covid el 35% de las mujeres ya acompañaban en el juego a sus hijos, durante el confinamiento fueron un 38% frente al 16% de los hombres antes del covid y el 17% durante la pandemia. Ocurre lo mismo con las tareas escolares, que siguen recayendo más en ellas: se ocupaban de los deberes antes de la pandemia un 65% de las mujeres frente al 8% de los hombres y los datos crecieron al 65% y 11% respectivamente durante el confinamiento. 

Y más de lo mismo en las tareas puras del hogar. Antes del covid del lavado y preparación de la ropa de la familia se encargaban el 69% de las mujeres y solo un 5% de hombres y durante las semanas de encierro en las casas, esos porcentajes crecieron al 72% en el caso de ellas y al 7% en el de ellos.

Reparto de las tareas domésticas y de cuidados durante el confinamiento

Reparto de las tareas domésticas y de cuidados durante el confinamiento / EL PERIÓDICO

Y entre todas las tareas domésticas analizadas solo hay una en el que el colectivo masculino asumió una mayor carga durante la crisis sanitaria: hacer la compra en el supermercado. Es la única excepción. «Aumentaron significativamente los casos en que los hombres pasaron a ocuparse total o mayoritariamente de la tarea de ir al supermercado, que era la única que permitía a la población salir fuera de casa», señalan los investigadores. Durante el confinamiento hacían la compra un 48% de los hombres frente al 31% de mujeres, cuando antes de la pandemia ellos solo acudían al supermercado en el 18% de los casos. «Es un aumento significativo de 30 puntos», subrayan. 

En ese contexto hay que tener en cuenta el mercado laboral, que tanto antes como durante el covid ya manifestaba una enorme desigualdad de género, con más contratos parciales entre el colectivo femenino (el 62% de los hombres tenían jornadas a tiempo completo frente al 44% de las mujeres, según la muestra analizada), el doble de personas en búsqueda de empleo y un mayor porcentaje de mujeres dedicadas en exclusiva a las tareas de cuidado que de hombres (el 8,29% frente a menos del 1%). Y esa situación de desventaja empeoró durante el confinamiento, una etapa de mayor vulnerabilidad económica y social que volvió a golpear en mayor medida a la mujer. 

Recorte laboral y salarial

El estudio recoge que en esos meses de crisis aunque la dedicación horaria al trabajo aumentó de manera más o menos equitativa entre hombres y mujeres, eso no se trasladó a los salarios, cuyo descenso sufrieron ellas en mayor medida: afectó a un 40% de mujeres y un 30% de hombres. También fueron ellas en mayor proporción, un 45% de los casos, quienes empezaron a trabajar menos horas frente al 38% de los hombres «por un recorte en la jornada laboral pasando de tiempo completo a parcial», aunque los despidos temporales por causa covid (en forma de Erte) aumentaron un 12% para ellas y un 15% para ellos, recoge el estudio

«Aún así, los hombres no asumieron una mayor carga de las tareas», lamenta Tostado, quien considera que aún falta mucho en el camino hacia la igualad. «Aunque las mujeres se han ido incorporando progresivamente al mundo laboral en las últimas décadas, nos sigue costando llegar a los puestos de liderazgo y los hombres no se han hecho cargo de las tareas domésticas en la medida en la que les corresponde, un fenómeno que se llama retraso adaptativo». Y advierte: «no podemos hablar de una mejoría generacional porque se siguen observando grandes diferencias en las parejas de jóvenes». La clave para revertir esta situación, indica, está en la educación. «Hay que enseñar a los niños la corresponsabilidad en la conciliación de la vida laboral y los cuidados, pero faltan referentes», lamenta. 

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