Problema medioambiental

El avance del siluro alerta a los pescadores extremeños: "Arrasa con todo lo que hay"

Esta especie invasora y depredadora introducida en los 70 para la pesca deportiva, se ha convertido en un quebradero de cabeza para las administraciones

Desde Extremadura, reclaman que se pongan en marcha medidas para tratar de frenar su proliferación, con mayor vigilancia, recursos materiales y, principalmente, haciendo cumplir la ley 

Dos pescadores posan con un siluro gigante en el río Ebro.

Dos pescadores posan con un siluro gigante en el río Ebro. / Alberto Millán

R. Bécares

«El mayor desastre ecológico que ha habido y que hay en Extremadura es el siluro. Su presencia en las aguas dulces de la región supone un auténtico desastre porque acaba con la pesca autóctona». El presidente de la Federación Extremeña de Pesca, Miguel Bonifacio, traslada así su preocupación por la expansión de este depredador de grandes dimensiones en los ríos extremeños, a los que le consta que llegó en el año 2005, incluso antes «Hay zonas que antes eran un paraíso para la pesca y que al ser colonizadas por este pez han dejado de serlo porque arrasa prácticamente con todo lo que hay, ya no solo peces, sino también anfibios y aves», lamenta. 

El siluro (siluris glanis), un depredador muy resistente a aguas fanganosas que fue introducido en los ríos de la Península en 1974 para la práctica deportiva -en concreto en el río Segre-, se ha convertido muy preocupantemente en un habitual de los ríos españoles: el Duero, el Ebro, el Pisuerga... incluso en el Guadalquivir. Tal y como reconoce el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), el pez tiene un fuerte impacto ecológico ya que altera de forma importante la «estructura trófica de los ecosistemas acuáticos» y es un depredador directo sobre «especies nativas, principamente de peces y macroinvertevrados».

Procedente de los ríos del centro de Europa, Asia Central y Asia Menor, esta especie invasora se ha convertido en un quebradero de cabeza para muchas administraciones. Aparte de su voracidad, se reproduce muy rápido: es capaz de poner más de 300.000 huevos y puede vivir hasta los 40 años. Su cuerpo es alargado, comprimido lateralmente en la parte posterior y su piel carece de escamas y está recubierta de mucosidad. La cabeza es grande, ancha y aplanada con seis barbillones peribucales, que son los bigotes por los que se ha hecho famoso y se ha ganado el apelativo de pez-gato. 

Bonifacio explica que «no está prohibido pescar el siluro como tal, pero tampoco es un opción de pesca, es decir, no puedes ir expresamente a pescarlo». «Si pescas un siluro, lo que dice la ley es que tienes que sacarlo del agua y sacrificarlo, pero uno de los grandes problemas de todo esto es que hay pescadores que van a conciencia a pescarlos y luego los sueltan vivos al agua», asegura. «En Extremadura se han pescado miles de ejemplares de siluro porque cuando apareció, la gente como que le reía las gracias, pero cuando han visto que ahora o pescan eso o nada, cambia la cosa», destaca. 

Un ejemplar de 85 kilos

Esta problemática medioambiental también la están padeciendo en la comunidad vecina de Castilla y León. A principios de marzo, Luis Miguel González, vecino de Dueñas (Palencia), capturó en el Ebro, a su paso por Zaragoza, un siluro de 85 kilos de peso y 2,30 metros de largo. La fotografía del pescador con el que es la especie más grande de agua dulce de Europa se hizo viral en las redes sociales. Pese a su gran tamaño, no es el ejemplar de mayor porte que se ha pescado en nuestro país, sino uno capturado en 2016 en aguas del Segre, junto al embalse de Mequinenza, en la desembocadura del Ebro. El francés Desalles Ragis pescó allí un pez de 2,64 metros de longitud y más de 100 kilos de peso. 

Desde la Federación de Pesca y Cásting de Castilla y León alertan de que cada vez es más frecuente pescarlos. «Desde hace tres y cuatro años estamos pescando algunos de entre 30 y 40 kilos. El problema es que debe haber muchos porque solo se puede pescar en el 2% de ríos como el Pisuerga o el Duero. Lo demás es inaccesible», relata Roberto Carlos Valdivieso, portavoz de la Federación, donde ven el aumento de la especie con «preocupación». «Es un pez que, como era de esperar, si no tiene enemigo tiende a reproducirse, va a más». 

Tomar conciencia

«Tienes que hacerle ver a la gente que no se puede pescar y mucho menos soltarlo de nuevo, porque si no puede aparecer en la cuenca del Guadiana el día menos pensado y sería un desastre aún mayor», afirma el presidente de la federación extremeña. «La administración, bien por falta de vigilancia o de recursos, ha mirado desde hace años para otro lado y confiamos en que esto deje de ser así. Esto no se hubiera erradicado, pero se podría haber puesto un buen parche cuando empezó todo. Considero que hay que actuar y que se haga cumplir la ley a la gente», añade. 

Cabe destacar que en Extremadura hay entre 120.000 y 130.000 licencias administrativa, además de 7.000 federados. «La región es el destino número 1 de pesca a nivel nacional en el ámbito deportivo porque se puede pescar de todo. La gente se deja su dinero para venir a pescar lo de siempre, no los siluros. Lo que le interesa a los pueblos y dinamiza las económicas locales no es la pesca del siluro, sino la de toda la vida», apunta. 

«Falta concienciación y no caer tampoco en el riesgo de convertir esto en un negocio como pasa en Aragón porque ahí ya estarías dando por finiquitada tu pesca de la vida. Ya hay empresas, dentro y fuera de Extremadura, que se dedican a llevar a la gente a pescar siluros al Tajo, y eso no se puede permitir», advierte Bonifacio.