Jueves Santo

Mérida se rompe en su baño de realidad

La Paz obligada a recogerse, el Vía Crucis se celebrará bajo techo y Ferroviarios, Castillos y Vera Cruz no salen a las calles de la ciudad

Mérida se rompió en su baño de realidad, los vaivenes del tiempo siguen marcando su Semana Santa. Bajo un cielo encapotado y un aire desagradable salió este Jueves Santo la Cofradía del Prendimiento de Jesús y Nuestra Señora de la Paz que, a pesar de la previsión de lluvia, no se resignó a quedarse en la parroquia de San Francisco de Sales. Los pronósticos meteorológicos no eran nada favorables y, lamentablemente, acabaron por confirmarse. Los integrantes confiaron en la capacidad de sus dos pasos para vencer los peores augurios y, sobre todo, en la fuerza de cientos de emeritenses y turistas que acostumbran a seguir las procesiones. Las precipitaciones obligaron a los hermanos a no poder completar el recorrido oficial por las calles. Sin embargo, la Cofradía Ferroviaria del Descendimiento, Santísima Virgen de las Angustias y Nuestra Señora de la Esperanza (Basílica de Santa Eulalia), la Franciscana Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de Nazaret (parroquia del Perpetuo Socorro) y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santísimo Cristo de los Remedios y Nuestra Señora del Mayor Dolor (Basílica de Santa Eulalia) optaron por cancelar las marchas por el centro urbano de la ciudad.

Tristeza y resignación. Mismo clima de desolación en los diferentes templos religiosos de Emérita Augusta. El temporal está arruinando la Pasión emeritense, pues ya es el tercer día consecutivo con suspensiones en la localidad. «Es una lástima que no hayan podido procesionar. Nosotras vemos todos los pasos de Mérida, pero los del Jueves Santo son unos de los más impresionantes», manifestó a El Periódico Extremadura una vecina refugiada en su paraguas. Las nubes también fuerzan a celebrar bajo techo el Vía Crucis al Cristo de la O. Las razones del traslado expuestas por la Junta de Cofradías, organizadora del acto, eran de peso. El aire y el agua del Anfiteatro debido a las lluvias imposibilitaban el tránsito y, por ende, la realización del entrañable rezo. De ahí que, en lugar de suspenderlo, se decidiera modificarlo.

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