El pacense medio de finales de la década de los 70, aquel que se enfrentó, por primera vez, a las urnas de una manera libre para elegir a sus alcades el 3 de abril de 1979 era en su mayoría un varón que medía entre 165 y 169 centrímetros, pesaba entre 60 y 64 kilos y nunca había elegido de una manera democrática a sus representantes municipales. ¿Y cómo eran las mujeres? Pues seguramente, más bajitas y con menor peso, pero el registro histórico del Instituto Nacional de Estadística, INE, no guarda los datos. El de los hombres sí, porque todos hacían el servicio militar y allí se registraban los datos antropométricos que después han conformado las tablas del INE. Hoy en día, la estatura media de los españoles es de 178 centímetros, algo se ha crecido.

Por aquel entonces, 687.600 almas poblaban la provincia española más extensa, la de Badajoz, circunstancia que, por cierto, 40 años no han modificado. Pero sí su número de habitantes, que según el censo poblacional del INE para 2018 arroja la cifra de 676.376 habitantes.

Como aquel entonces, la ciudad más poblada de toda la provincia era su capital, Badajoz, con 101.710 personas. En estos años, ha aumentado un cincuenta por ciento su población y llega ya a los 150.530 ciudadanos. El municipio con menor número de habitantes sigue siendo el mismo, por aquel entonces y ahora es El Carrascalejo, cuya cercanía con la capital autónomica no ha conseguido hacer que crezca. En 1979 tenía 111 habitantes y cuarenta años después tiene casi la mitad, 67.

Lo que no ha variado mucho en estos tiempos es la distribución por sexos. La mayoría de la población pacense era y es mujer, un 52 por ciento en 1979 y un 51 en 2018.

No solo cifras

Aunque pueda parecer que son solo números, cifras y porcentajes, la verdad es que arroja una radiografía objetiva de cómo era esta provincia, al menos, su población, cuando se constituyeron los primeros ayuntamientos democráticos. Transmiten el perfil de aquel votante, que ilusionado o con miedo, habría de todo, depositó su papeleta en las urnas de una manera libre e independiente por primera vez tras el intento fallido de la república.

Por aquel entonces, no solo había más gente sino que la tasa de desempleo era menor, un 12,76 por ciento en 1978. La última Encuesta de Población Activa, EPA, revela que la provincia pacense sostiene una tasa de paro del 23,03 por ciento.

Si los datos no parecen ser muy positivos, ¿por qué en cambio vivimos más? Y no sólo eso, basta hablar con los mayores de pueblos y ciudades para comprobar que cualquier tiempo pasado no fue mejor.

Solo en esperanza de vida, ahora se vive casi diez años más que entonces. Los extremeños de 1979 morían, de media, a los 74,95 años y, en 2017, últimos datos registrados por el INE, a los 83,09. Sin duda, la mejora de las condiciones de vida, sanidad y alimentación tienen mucho que ver en esto. También las leyes como la extensión universal de la sanidad pública, la atención a la dependencia o los servicios municipales con los que contaban los pueblos por aquel lejano 1979 y los que tienen ahora.

Baste de ejemplo el número de estudiantes de la Universidad de Extremadura, UEx, fundada en 1973. Según el anuario del INE de 1978, había matriculados en la UEx 2.609 alumnos, de los que 80, 52 de ellos hombres, consiguieron licenciarse aquel año. El curso 2016/2017, según los últimos datos publicados en la página web de la universidad extremeña, entre los cinco centros de la UEx, hay 18.189 alumnos, casi siete veces más que en 1978, que cursan algunas de los 72 grados y 43 máster que ofrece la universiad. Y el último curso del que tenemos datos, el 2016/2017, hubo 2.957 egresados y 769 personas que consiguieron sus título de máster. Sin duda, muchas cosas han cambiado en estos cuarenta años.