Opinión | Desde el norte
Ruidos para no dormir
200 personas en una calle generan ruido y a veces agresiones y vandalismo. No hacer nada es ignorar a una parte de la población, ser cómplice
El 26 de abril, se celebrará el Día Internacional de Concienciación sobre el ruido. Aunque en las grandes ciudades posiblemente el mayor ruido lo provoca el tráfico, en otras muchas es consecuencia del ocio nocturno.
Son numerosos los municipios donde hay asociaciones o grupos vecinales que denuncian y se quejan una y otra vez de que, o bien los locales de ocio incumplen la ley dejando las puertas abiertas o permitiendo que los clientes estén en terrazas dentro del establecimiento, o bien la clientela se queda en la calle cuando se cierran y montan un escándalo que se repite cada semana.
Si hay un colectivo que esté concienciado sobre los problemas que provoca el ruido son los vecinos que lo sufren. En muchas poblaciones, los ayuntamientos no permiten la instalación de pubs o discotecas en la zona centro y se han creado los polígonos en los que los clientes pueden ir de uno a otro local a pie. Para la vuelta a casa hay transporte público.
Es lo que piden los residentes del centro de otras ciudades donde esa concienciación política sobre el daño que pueden hacer los ruidos no existe y siguen manteniendo los locales bajo domicilios con familias que, cuando llega el fin de semana o incluso antes, saben que no podrán dormir.
Todo el que padezca insomnio conoce sus consecuencias. Si es continuado puede provocar graves problemas de salud, física y mental. Por eso, muchos vecinos optan por marcharse a otras zonas del municipio. Los menos, se unen para denunciar, bien sea a los dueños de los locales de ocio o al ayuntamiento por su pasividad y son muchas las sentencias que dan la razón a los vecinos.
En este asunto, a quien le falta concienciación es a la administración, a la que solo le preocupa tener algún documento, un parte policial que demuestre que se ha acudido a una zona conflictiva, por si acaso los vecinos denuncian.
Hay ayuntamientos que ni siquiera tienen una normativa específica sobre ruidos, ni medidores y, si los tienen, los vecinos no se fían de que haya connivencia entre la administración y el empresario. Será porque están cansados de llamar a la policía y de registrar escritos sin que parezca que se actúe.
Una acción decidida es lo que piden porque 200 personas en una calle generan ruido y a veces agresiones y vandalismo. No hacer nada es ignorar a una parte de la población, ser cómplice.
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