ZONA ZERO
Cáceres, nostalgia de playa
En estos días de calor sahariano la ciudad se sumerge en una nostalgia playera en sus piscinas
Cáceres tiene una nostalgia de playa que se pone de manifiesto en estos días de calor sahariano. No sé si es nostalgia, ansia o necesidad. Lo cierto es que nuestras piscinas públicas se llenan a rebosar de usuarios, de forma que parece los bañistas estamos como piojos en costura. Lo he podido comprobar este fin de semana en la del Parque del Príncipe. El aforo es de 600 usuarios y el ‘cuentapersonas’ marcaba casi 500. No se pueden ustedes imaginar qué marabunta humana era aquello. Menos mal que no todas estaban a la vez en el agua, porque aquello era de locura sin que soplara una brizna de brisa.
Lo cierto es que en estas piscinas populares que tanto me gustan no falta medio Cimov bañándose, que también merece la soldadesca rebajar temperatura y templar hormonas. A ellos se unen familias enteras que echan el día tostándose al sol con los niños tirándose en bomba al agua. Y qué sería un día de piscina sin esos chiquillos que dicen «¡Mírame mamá, ahora sin manguitos!»… Y te pegan una salpicadura que te llena los ojos de cloro…
Ay, es que el relax es complicado cuando el agua de tanta gente y protección solar coge como un puntillo aceitoso, grumoso, que parece que en vez de bañarte estás sumergiéndote en una especie de sopa calentorra que se te pega a la piel y no te la despegas en todo el día.
Luego está el episodio de dónde poner la toalla, porque desde primera hora las zonas de césped están copadas. Al final te tumbas en una zona apartada en la que se te clavan los peñascos o te comen las hormigas… Es igual, estás al menos a un par de grados por debajo de cómo estarías en casa. Luego piensas que Portugal o Huelva están a unas horas de coche. Y empiezas a soñar con que las vacaciones están a la vuelta de la esquina.
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