Nueva sociedad, nueva política

Palestina, Israel y el nuevo orden internacional

La escalada en el conflicto puede remover el equilibrio Atlántico-Pacífico

Incidentes en Palestina

Incidentes en Palestina

Enrique Pérez Romero

Enrique Pérez Romero

El pueblo español, de todos los que existen, es quizá el que tiene más herramientas históricas y sociales para comprender el drama del pueblo palestino. Bastaría con partir de la larga convivencia pacífica con el pueblo gitano. Bastaría comprender que el pueblo gitano es el pueblo sin Estado más representativo que existe hoy, entre diez y trece millones de personas repartidas entre cuarenta y ocho países de tres continentes que, reunidas en un solo territorio, tendrían una población mayor que la mayoría de Estados reconocidos hoy. Sería suficiente pensar que España es el tercer país con más personas gitanas, solo tras Turquía y Rumanía. Bastaría con imaginar que ganara peso un movimiento internacional que exigiera la fundación de un Estado Gitano. Y que ese movimiento estuviera apoyado por una gran potencia. Y que hubiera un llamamiento a que todos los gitanos se asentaran en España. Parece fácil imaginar lo que ocurriría.

Eso es exactamente lo que pasó en Palestina. Theodor Herzl (1860-1904), periodista húngaro residente en Viena, fue el gran impulsor del sionismo, movimiento nacionalista destinado a reclamar la creación de un Estado judío en territorio palestino, que comenzó a andar con la fundación de la Organización Sionista Mundial (1897). Para crear el Estado de Israel, patria imaginada de los judíos, los dos grandes objetivos eran ganar el apoyo internacional suficiente y promover la inmigración judía en Palestina. De las grandes potencias del momento, el sionismo logró el apoyo de Gran Bretaña, a través de la Declaración Balfour (1917), que defendía la creación de un «hogar nacional judío», y a cuyo éxito contribuyó el líder del sionismo británico, Chaim Weizmann (1874-1952), primer presidente de Israel (1949-1952). Entre 1904 y 1948 (creación del Estado de Israel), ocuparon territorio palestino 650.000 judíos.

Se describe a veces —interesadamente, para evitar hablar de su raíz—, como un conflicto muy antiguo, pero en realidad no tiene mucho más de un siglo

Se describe a veces —interesadamente, para evitar hablar de su raíz—, como un conflicto muy antiguo, pero en realidad no tiene mucho más de un siglo. Si queremos ahondar en los tiempos inmemoriales en que el concepto de Estado no existía en Relaciones Internacionales, podríamos retrotraernos hasta doce siglos antes de Cristo, cuando los filisteos —de quienes proviene el topónimo «Palestina»— ocupaban el territorio, e incluso entonces, tan lejos como eso, encontraríamos que la llamada Pentápolis Filistea es lo más parecido a un embrión de Estado Palestino.

Lo que ha venido ocurriendo desde que en 1948 el pueblo judío fundara el Estado de Israel en territorio palestino, con el impulso del sionismo y del Estado británico, y con la anuencia o indiferencia de la sociedad internacional —incluyendo el apoyo incondicional de Estados Unidos, con una comunidad judía de enorme relevancia—, es una constante colonización del territorio y una creciente represión del pueblo palestino, incluyendo desplazamientos forzados y una suerte de lento genocidio que permita la preeminencia judía.

¿En qué han cambiado las cosas para que se produzca el reciente recrudecimiento? Varias, pero una es muy importante: el cuestionamiento del actual orden internacional, que no está ocurriendo solo en Palestina

¿En qué han cambiado las cosas para que se produzca el reciente recrudecimiento? Varias, pero una es muy importante: el cuestionamiento del actual orden internacional, que no está ocurriendo solo en Palestina. El poderío de Hamás en la Franja de Gaza, organización paramilitar yihadista, es producto de su victoria en las elecciones legislativas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) (2006) y en el conflicto armado contra Al-Fatah (2007). Al contrario que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que, al menos desde 1989 pero desde luego desde 1993, reconoce (tácita o explícitamente) el Estado de Israel, Hamás no acepta esa legitimidad. Este revisionismo histórico de Hamás (grupo hegemónico en Gaza y, por tanto, en el orden palestino) es coherente con el que pretende Putin en Europa Oriental y con la pujanza de China respecto a Estados Unidos, es decir, una completa remodelación del orden internacional en todos sus grandes frentes, removiendo el equilibrio Atlántico-Pacífico. Eso puede ocurrir con la complicidad o no de las opiniones públicas internacionales, y desde luego Israel no lo tiene fácil para ponerlas a su favor, a pesar del apoyo total de Estados Unidos, de la OTAN y, aunque con dudas un tanto hipócritas, casi siempre de la UE y de sus principales potencias, incluida ahora la España de Sánchez.

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