Tribuna

Propósitos del nuevo año

He observado a Carlos estrellar alguna raqueta contra el suelo de la cancha

Ramón Gómez Pesado

Ramón Gómez Pesado

No tengo dudas de que uno de los propósitos comunes de este Año Nuevo de los tenistas españoles Carlos Alcaraz y Rafa Nadal será noquear al serbio Novak Djokovic en el próximo Grand Slam de Australia. Para ello deben tener en cuenta que la maestría de Nole en hacerse el muerto para engañar al rival es impresionante. Y esta técnica parece haberla aprendido del mundo animal. Nole imita a algunos animales que, cuando se sienten acorralados, sobre todo si tienen una prole que defender, fingen, de manera magistral, que están heridos para que el enemigo fije su atención en ellos y olvide a las crías, que pueden, entonces, ponerse a salvo más fácilmente. Pero cuando parece que el enemigo va a alcanzar a su presa, que se disimula herida, esta le sorprende desplegando todas sus habilidades intactas para poder escapar.

Y esto es lo que hace habitualmente Djokovic cuando le van mal las cosas en un partido de tenis. Comienza a respirar más fuerte de lo normal, y a hacer enormes aspavientos con sus ojos, los cuales parecen salirse de sus órbitas. En los descansos entre los puntos es capaz de ponerse en la nuca un saco lleno de hielo, que le obliga a agachar ostensiblemente la cabeza, mientras mira de reojo, primero a su banquillo, resoplando cual toro de miura, para dirigir después su mirada al asiento de su rival como asegurándose que le está observando malherido y maltrecho.

Con unas llamadas al ‘fisio’ y al médico, y alguna visita inesperada a los aseos, se completa su rutina de plan perfecto para dejar al contrario absolutamente convencido de que él está mal, que está a punto de derrumbarse y, por ende, casi vencido en ese partido. Y casi todos los tenistas suelen morder el anzuelo que hábilmente les lanza Nole. Caen como jóvenes inexpertos que se dejan engañar por el habilísimo serbio. Una vez que pierde limpiamente el primer set en un partido, abandona, como es de esperar, el deporte del tenis para comenzar a manifestarse como un verdadero actor de teatro. Convence al contrario que lo está pasando fatal y así suele barrer a su favor en el segundo set, y luego el tercero, dejando con un palmo de narices al contrincante, que no da crédito a lo que está pasando allí, en la cancha.

Hay una recomendación que muy cariñosamente recuerda Carlos Alcaraz, que siempre le hizo uno de sus abuelos y que se resume en aplicar siempre en el juego las tres Ces. Una ‘C’ de ‘Cabeza’, entendiendo con ello que debe estar atento para jugar con inteligencia, no dejándose caer ni desanimarse por un mal punto o juego que te haya ganado el rival, sino que, usando la cabeza, la inteligencia, debe levantarse y jugar el próximo punto como si fuera el último ‘match point’ que te llevara a ganar el partido. Esta ‘C’ la aplica Nadal a la perfección.

La segunda C se refiere a Corazón’. Si no ponemos eso en todo lo que hagamos casi nada tendrá sentido. Si no ponemos corazón en lo que hablamos, en lo que pensamos, en lo que leemos, en lo que escribimos, y en el deporte que practiquemos, y en cualquier asunto que emprendamos, nunca los resultados serán tan buenos como quisiéramos. Yo creo que ni a Rafa, como jugador experimentado, ni a Carlos, como joven titán, les falta nunca corazón en lo que hacen.

Disiento, muy a mi pesar, sin embargo, con el abuelo de Carlos con la última ‘C’, que, según él, se refiere a los atributos sexuales masculinos. Muy humildemente, y con mucho respeto a su abuelo, recomendaría a Alcaraz que aprendiera de Rafa y aplicara una tercera ‘C’, pero de ‘Control’, control en su juego cuando las cosas no salen tan bien como deseamos. A pesar de su juventud, y quizás precisamente por ello, ya he observado a Carlos estrellar alguna raqueta contra el suelo de la cancha varias veces, cuando se ha sentido contrariado por su juego. Lo que nunca ha hecho Nadal en su larga trayectoria como jugador y campeón de tenis. Y esa falta de control es la que padece Djokovic en muchas ocasiones, que es lo que le hace, a pesar de tener más títulos que ellos, no ser tan respetado y querido como lo son Nadal y Federer, y posiblemente muy pronto, Carlitos, si sigue la estela de los verdaderos campeones.

Conque ‘Cabeza’, ‘Corazón’ y ‘Control’ debieran ser las tres ‘Ces’ que lideren, siempre, el apasionante juego de nuestros representantes del mejor tenis español en el mundo.

*Exdirector del IES Ágora

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