Espejo convexo

Nuestro domicilio

Una cuidadora pasea a una mujer dependiente

Una cuidadora pasea a una mujer dependiente

Lara Garlito

Lara Garlito

Desde el pasado mes de agosto, el nuevo consejo de Gobierno liderado por María Guardiola ha gestionado poco pero sí ha mostrado algunos gruesos trazos de la que puede ser su hoja de ruta. Menos impuestos a los ricos, menos ayudas a los más necesitados, y, sobre todo, una evidente estrategia de desgaste de las políticas públicas destinadas a mejorar la vida de nuestros mayores. En los años 90 se acuñó un término coloquial y poco acertado con el que designaban a los agentes inmobiliarios que presionaban a las personas mayores que vivían de alquiler en inmuebles céntricos en las ciudades y que pagaban una renta mínima porque habían suscrito sus contratos de alquiler varios lustros atrás sin ver incrementado el precio, es decir, pagaban una ‘renta antigua’. A aquellos lobos inmobiliarios se les denominó coloquialmente ‘asustaviejas’, su objetivo era presionar a las personas mayores, aprovechándose de su vulnerabilidad económica y social, para que abandonaran sus viviendas y así poder especular con ese inmueble en cuestión. En el mes de octubre conocimos que la Junta de Extremadura había decidido cambiar el Centro de Convalecencia y Cuidados del SEPAD de ubicación, por razones estrictamente partidistas. Pescueza era la ubicación elegida, y la sinrazón de ese castigo a ese municipio solo perjudicará a las personas mayores que podrían ser beneficiarias de ese centro. Ese gesto ya mostraba un sesgo caprichoso y preocupante de los actuales gestores del SEPAD.

Mientras en Extremadura y en las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular se estigmatiza la vejez como un gasto aparatoso, en países como Japón o Gran Bretaña se crean ministerios contra la soledad. En Extremadura como en otras ocasiones fuimos pioneros en detectar la soledad en nuestros mayores como una amenaza latente y fuimos capaces de complementar la ayuda a domicilio con una atención muy humanizada

En el mes de diciembre se daba un nuevo giro en la trama y nos mostraba que el fin de la ayuda a domicilio de la que tantos mayores se habían beneficiado en nuestros municipios entraba en la situación de extinción.

Gracias a la ayuda a domicilio que fue impulsada por el Gobierno de Juan Carlos Rodríguez Ibarra miles de personas mayores, principalmente beneficiarios de pensiones mínimas, podían encontrar una ayuda de manera gratuita.

Mientras en Extremadura y en las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular se estigmatiza la vejez como un gasto aparatoso, en países como Japón o Gran Bretaña se crean ministerios contra la soledad. Gran Bretaña también ha creado el puesto de ‘recetador social’ en la mayoría de los hospitales, cuyo objetivo es combatir la soledad. En Extremadura como en otras ocasiones fuimos pioneros en detectar la soledad en nuestros mayores como una amenaza latente y fuimos capaces de complementar la ayuda a domicilio con una atención muy humanizada.

Pero ¿cuál es el motivo que lleva al Partido Popular de Guardiola a condenar la ayuda a domicilio para personas mayores a su extinción? Como diría el jefe de campaña presidencial de Bill Clinton, James Carviller refiriéndose a la esencia de su estrategia, «es la economía, idiota».

Efectivamente, el Partido Popular extremeño sigue al dedillo el manual para la privatización de las políticas sociales. En este caso pretenden sustituir a los ayuntamientos, actuales promotores de dicha ayuda y cofinanciadores, por empresas privadas. Este será el primer acto de una obra cuyo final consistirá en matar de inanición la red pública de residencias de mayores en beneficio del sector privado; lo bueno de la derecha es que nunca cambia, y como decía el Roto en una ilustración: «Si pedías vivir te negaban la ayuda y si pedías morir te negaban la eutanasia».

Diputada regional del PSOE

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