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Este/oeste

El exceso de polarización moldea nuestra sociedad actual

Polarización, palabra del año 2023 para la FundéuRAE

Polarización, palabra del año 2023 para la FundéuRAE

Alberto Hernández Lopo

Alberto Hernández Lopo

La crispación, al final, quedó como un ambiente político coyuntural, que acabó usado en un intento de enardecer a las masas.Pero más que como realidad tangible,aquel zeitgeist, tan de los noventa, tuvo la traducción de un mayor ruido mediático y no tanto de cambios en el panorama electoral. “Tensionar” como forma de movilizar a tu electorado es una ajada táctica política, mil veces repetida, que no suele dar el resultado esperado. En comparativa con el actual estado de las cosas, resulta ahora un ejercicio inocente y de corto alcance.

Porque no es ya que la polarización haya invadido todos los ámbitos públicos, sino que es la única perspectiva válida. La falta de posicionamiento te condena a un limbosocial y a la absoluta invisibilidad de la argumentación. Pasar desapercibido es observado como la divisa de los tibios (otra referencia a Dante, sí)y nada que permita muchos matices obtiene el foco. No es casual que los debates políticos abusen de las frases cortas, de proclamas altisonantes. Que el lenguaje oscile entre un nada disimulado desprecio y la agresividad hacia el adversario, mutado en enemigo en vez de rival. Que se multipliquen cordones sanitarios y se destruyan (necesarios) lugares de encuentro. Los grandes pactos, desafortunadamente, o se acompañan de intereses electorales o parecen abocados a su desaparición.

El exceso de polarización moldea nuestra sociedad actual. En esto, como en otros muchos aspectos, España ha dejado de mantener su hecho diferencial. Las sociedades occidentales, espoleadas por unas redes sociales entrenadas en reforzar sesgos y dar un sentido gregario a sus resultados, muestran altos niveles de extremización. No sólo política, sino social. Es el origen del surgimiento de candidatos cada vez más radicalizados, en una retroalimentación de sus propias bases y con la permeabilidad social que funciona como círculo vicioso. La vuelta de Trump, la abertura de una brecha social y la mayor conflictividad son diversas caras de un mismo poliedro.

Si lo pensamos, la polarización tiene algo de secuestro social, en tanto elimina matices y deja fuera de juego a los que piensan (pensamos) que, en sociedades basados en libertades y con un estado de derecho funcional, el disenso tiene valor en cuanto permite al mismo tiempo llegar a entendimientos. Pero, además, posee una cara menos visible: aquellas situaciones que no son tan evidentes o son capaces de generar respuestas claras e inmediatas vuelan bajo el radar, sepultadas en la tormenta interna. Que es otra forma de decir que son masivamente malentendidas.

La democracia liberal, ligada a las economías de mercado, necesitará de mejora continua o de revisión del modelo. Pero no anula que nuestra lucha sea defender con uñas y dientes nuestro sistema de libertades

En el debate público parece no existir, como objeto de análisis, la reaparición de la geopolítica de bloques. Teniendo en cuenta las ingentes horas dedicadas a los conflictos armados en Ucrania o Israel, que no son sino consecuencias de lo anterior, tiene un punto de sorpresa.

Las placas tectónicas de las “guerras” comerciales de las dos grandes potencias, Estados Unidos y China, fueron el punto de partida de una ruptura de una época de pacificación que llegaba al punto de ser cooperación. “Chimerica” fue el nombre que el historiador Nial Ferguson le dio a esta simbiótica relación, que ocupó más de una década. Mientras subsistieron intereses comunes, se minimizaron los escenarios de enfrentamiento.

Este (complicado) equilibrio se ha roto y ha conducido a los conflictos por aproximación. Por supuesto, está latente en esta nueva etapa el posicionamiento comercial y el control de las materias primas; es decir, el futuro económico de las potencias hegemónicas. La vis atractiva de ambos hace que sus satélites y aliados entren en juego. Si mencionábamos antes Ucrania o Israel no era casual, sino que explican la actual confrontación este-oeste.

Pero quedarse en el análisis económico es no entender que la propia configuración de nuestras sociedades ya está condicionada por los bloques. Cuando en su último libro, Garton Ash, habla de que lo que define Europa son las libertades impacta de lleno.

Claro que hay una división y una tensión por ambos bloques, pero está basado en un punto principal; la defensa del modelo (elegido) de vida. Esa es la verdadera división. Y la democracia liberal, ligada a las economías de mercado, necesitará de mejora continua o de revisión del modelo. Pero no anula que nuestra lucha sea defender con uñas y dientes nuestro sistema de libertades.

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