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BADAJOZ. TECNICOS DE LA FEDERACION DE FUTBOL VISITAN EL NUEVO VIVERO PARA SER SEDE DEL MUNDIAL DE FUTBOL 2030, SANTIAGO AMARO, IGNACIO GRAGERA,

BADAJOZ. TECNICOS DE LA FEDERACION DE FUTBOL VISITAN EL NUEVO VIVERO PARA SER SEDE DEL MUNDIAL DE FUTBOL 2030, SANTIAGO AMARO, IGNACIO GRAGERA,

Mario Martín Gijón

Mario Martín Gijón

La actual competencia entre las ciudades de Badajoz, Cáceres y Mérida, y la localidad de Almendralejo, por ser nombradas subsedes del Mundial de Fútbol 2030 vuelve a poner en evidencia una de las mayores trabas al desarrollo que desde siempre ha padecido nuestra región, y que es el localismo. El sentimiento de pertenencia regional a Extremadura, por mucho que sea enarbolado con orgullo por algunas minorías, y especialmente entre jóvenes (véase, por ejemplo, la recuperación del estremeñu, que pese a las burlas de muchos va ganando enteros) sigue siendo bastante más débil que el arraigo de cada cual a su pueblo o su ciudad, normalmente acompañado de celos y susceptibilidades para el pueblo o ciudad rival, folclóricas rivalidades que darían para llenar un libro, y que a la hora de la verdad, resurgen con vigor.

La lógica y el buen sentido dirían que, en una región con tantas desventajas históricas y geográficas, la unión debería hacer la fuerza, pero sucede lo contrario, y aquí en Extremadura tenemos exacerbado el defecto de este «reino desunido»” (aunque vaya, el de Gran Bretaña ya tampoco está tan unido) donde hemos tenido taifas y hasta cantonalismos. Así, diríase que muchos prefieren que una empresa se establezca en Madrid o en Portugal antes que en el pueblo vecino. Hace unos meses, el consejero de Economía, Guillermo Santamaría, se despachó contra los «agravios» que supuestamente sufre la ciudad de Badajoz, mencionando la decisión de ubicar el Centro Ibérico de Investigación para el Almacenamiento de Energía (CIIAE) en Cáceres. Sus palabras soliviantaron a los cacereños, y con razón, pero además llueve sobre el sentimiento de agravio comparativo que esta ciudad, y esta provincia, acumulan desde hace tiempo. Como prueba la pintada que hay cerca de mi casa, y que dice «Extremadura son dos, Mérida y Badajoz». Un amigo cacereño estaba que echaba humo, indignado con ese consejero, nacido por cierto en Mérida, que debería ser «de todos los extremeños».

Se quejan muchos en Extremadura de la falta de solidaridad de algunas regiones, y a la hora de la verdad cada uno quiere que el pastel se lo lleve entero su ciudad, o su pueblo. En el caso del Mundial 2030, la ciudad claramente mejor posicionada para ser subsede es Badajoz

Se quejan muchos en Extremadura de la falta de solidaridad de algunas regiones, y a la hora de la verdad cada uno quiere que el pastel se lo lleve entero su ciudad, o su pueblo. En el caso del Mundial 2030, la ciudad claramente mejor posicionada para ser subsede es Badajoz: tiene aeropuerto, por pequeñajo que sea y mal pertrechado que esté (por suerte en las fechas mundialistas no es probable que haya nieblas) y está a una distancia aceptable de Lisboa, una de las sedes importantes. No solo eso, sino que su estadio es bastante mayor que el del Cacereño (en cuanto a equipos, es otro cantar), el de Mérida o Almendralejo. Si Badajoz resulta ser elegida subsede, algún beneficio tendrán también las ciudades cercanas, más que si es elegida Huelva, Vitoria, o Gijón, por ejemplo, que también compiten por ello, y con mejores estadios.

Una reivindicación común, apostando todos por Badajoz como subsede, sin duda tendría más fuerza (y vaya, tenemos al extremeño Pedro Rocha como presidente interino de la Federación Española de Fútbol; Rocha ya se sabe que es cacereño, dueño de tiendas de ropa de bodas y hasta le probó el traje de novio a un amigo mío; el pobre lo tendrá difícil para apoyar a una u otra de las cuatro candidaturas) y tendría el argumento de tener a toda la región detrás, más aún cuando hay tanta competencia, buena parte con estadios de mucha mayor entidad que los nuestros.

Pero me temo que seguiremos en nuestros trece, los cacereños pidiendo un aeropuerto propio en lugar de apoyar la mejora del de Badajoz, los pacenses reclamando que toda nueva empresa se ponga en su ciudad por su cercanía con Portugal, los placentinos mirando a Salamanca y los de los pueblos mirando, con envidia y recelo, a los del pueblo de al lado.

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