Desde el umbral

Autenticidad

Banksy created Walled Off Hotel in Bethlehem

Banksy created Walled Off Hotel in Bethlehem

Antonio Galván González

Antonio Galván González

Algunos dispositivos móviles tienen una función para moverse adelante o atrás en el tiempo en una misma toma fotográfica, ofreciendo la posibilidad de que la imagen fija final muestre el gesto concreto que más nos pueda gustar o convencer. Esto resulta de utilidad en no pocas ocasiones y en múltiples y diversas circunstancias. Pero, de algún modo, desvirtúa, también, el sentido original de la fotografía. Porque una fotografía no es un micro vídeo en que uno puede elegir un fotograma concreto. La esencia que define a la fotografía es que captura y capta un instante. Y lo puede retratar de mejor o peor manera, pero lo circunscribe a un momento preciso y precioso, en tanto en cuanto es irrepetible tal cual se produjo. Hace unos días, le daba vueltas a todo esto porque tomé una foto con una cámara instantánea y la protagonista de dicha foto, mi hija, aparecía con los ojos cerrados. Por un momento, estuve tentado a repetir la foto para tratar de captarla de nuevo en la misma situación y en el mismo escenario pero con los ojos abiertos. Pero, antes de hacerlo, y no me pregunten por qué, pensé si al hacerlo, al tratar de repetir esa foto para que respondiera a la idea que tenía de cómo quería que fuese, no estaba desposeyéndola de autenticidad. Finalmente, decidí conservar la foto primera y no realizar una nueva intentona. Y es que esa foto es única e irrepetible, verdadera y real, natural y carente de la artificialidad de la pose o el encorsetamiento de un contexto, ambiente o escenario fijos, inamovibles, controlados. Y por ello, por todo lo anterior, es perfecta en su unicidad y originalidad, y tan bella por lo que muestra como podría haberlo sido si los ojos de la pequeña hubieran estado abiertos.

Lo que más valor acabará adquiriendo será todo aquello que refleje inequívocamente la humanidad del sujeto que lo produjo, generó, implantó o protagonizó. Estoy seguro de que así sabrán verlo las almas más sensibles

De hecho, se ha convertido en la primera foto en soporte físico y palpable que tengo de mi hija mostrando sus lindos párpados en el transcurso del cadencioso aleteo de sus largas pestañas. Es cierto que la tecnología nos ofrece recursos y opciones de las que carecíamos hace no tanto tiempo. Y que estas posibilitan lo que antes era impensable o solo podía tener un sustento en el terreno de la fantasía o la ciencia ficción. Pero también lo es que algunas de esas nuevas funcionalidades van despojando de su principal fundamento a distintos elementos de la realidad. Si todo es posible, ¿qué valor tiene que sea de un modo u otro? Si todo puede modificarse, manipularse o moldearse, ¿qué importancia tiene su forma? En el momento en que lo real se difumina y todo lo imaginable es plausible, corremos el riesgo de perder la perspectiva sobre lo que es auténtico y lo que solo es un remedo, una mala copia o una estampa irreal o generada por una supuesta inteligencia artificial. Al final, y dado el cariz que están tomando los acontecimientos, lo que más valor acabará adquiriendo será todo aquello que refleje inequívocamente la humanidad del sujeto que lo produjo, generó, implantó o protagonizó. Estoy seguro de que así sabrán verlo las almas más sensibles.

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