Opinión | Encerado y clarión

En el día de la mujer

Manifestación del 8-M

Manifestación del 8-M

Aunque la mejor celebración del día de la mujer sea aquella que no sea necesario celebrar, de poco sirve este 8 de marzo si los 364 días restantes no está en nuestro quehacer diario vivir en igualdad y equidad. Los docentes lo sabemos bien, y trabajamos los 365 días del año para ello.

En una profesión donde la presencia de la mujer es más que significativa, es esa dedicación diaria a la que en buena parte debemos los logros alcanzados en materia de igualdad en nuestra sociedad. La educación lo es todo, aunque parezca una frase hecha, y cobra mayor importancia cuando a través de ella podemos cambiar los errores pasados y mejorar los días futuros.

Contrariamente a nuestra clase política, empeñada en dividir, separar o señalar más que en aunar ante un frente común y vital para cualquier sociedad que se preste, los docentes, sin ruido y muy conscientes de la responsabilidad que conlleva ser educador, principal herramienta de cualquier cambio social, luchamos contra viento y marea, que a veces pueden ser propias y bienintencionadas, no digo que no, pero que se alejan mucho de lo que debe ser la interiorización de la igualdad de género para con la mujer, el empoderamiento y el progreso social que todos queremos y deseamos.

Ante el día de la mujer más dividido por cuestiones ajenas a la propia reivindicación, todos y todas debiéramos estar aún más unidos, sin diferencias de ningún tipo según cada identidad y sentimiento o condición sexual, defendiendo la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, defendiendo las mismas oportunidades desde el primero hasta el último minuto, atendiendo al desarrollo sin distinción tanto personal, laboral y social,eliminando y erradicando todo tipo de violencia, especialmente cuando se ejerce contra la mujer por el simple hecho de serlo, rompiendo techos de cristal y luchando para alcanzar los retos sociales e individuales que nos quedan por conseguir.

Son más importantes los otros 364 días, aquellos donde es el día a día el que debe regir tanto nuestras acciones como las omisiones, sin eslóganes ni cantos ni pancartas, en el trabajo, en la calle, en la casa o en el ocio. Sea usted la mujer que quiera ser, sin que nadie le obligue a ser la mujer que no quiere, sin que nadie le prohíba ser la mujer que quiere ser, sin que nadie la pare, sin que nadie la limite

Repito, son más importantes los otros 364 días, aquellos donde es el día a día el que debe regir tanto nuestras acciones como las omisiones, sin eslóganes ni cantos ni pancartas, en el trabajo, en la calle, en la casa o en el ocio. Sea usted la mujer que quiera ser, sin que nadie le obligue a ser la mujer que no quiere, sin que nadie le prohíba ser la mujer que quiere ser, sin que nadie la pare, sin que nadie la limite.

Siempre he tenido cierta aversión a que me digan lo que tengo que hacer, decir pensar o comportarme, pero mi aversión pasaría a mayores si tuviera que hacer, decir, pensar o comportarme distinto a como soy por contentar a cuatro que ni saben lo que soy, o quiero ser, incluso dudo que aquellos que dogmatizan lo sepan. Dejen que cada uno sea lo que quiera o como quiera ser sin la presión de ser como otros crean o quieren que seas para realizarse ya sea hombre o mujer, lo diga una ministra, o ministro, una líder política o político o una canción mal entonada.

No, no sólo es necesario ser un mamífero raposo de género femenino para sentirse mujer realizada ni reivindicar al resto, también lo son aquellas leonas que con su esfuerzo y trabajo diario son tan o más dignas que cualquier león.Sinceramente sea usted lo que desee ser, desde raposa a leona, o ambas, u otra o ninguna, pero lo que no permita es ser cordero, que no cordera. Siga luchando, no está sola, muchos la acompañaremos, porque si la mujer gana, ganamos todos.

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