Opinión | Desde el umbral

Cualquier día

Un padre junto a su hija.

Un padre junto a su hija.

Mirar atrás y contemplar tus huellas con admiración. Caminar con rectitud para que mañana tú puedas enorgullecerte de las mías. Agradecerte que supieras darme alas para volar. Esforzarme para que logres impulso y un camino propio que recorrer. Cultivar hermosos recuerdos de una vida a tu lado. Empeñarme en que tu memoria de lo que vivamos se convierta en un lugar al que acudir para sentirte confortada incluso cuando yo ya no esté. Ver tu luminosa estela y saber que no te defraudaría que yo decidiese explorar otros planos de la realidad. Disfrutar contemplando que, ya de manera tan precoz, demuestras personalidad propia. Impregnarme con la infinidad de ritmos, acordes, melodías y voces que se reproducían en tus equipos y cadenas musicales. Dejar flotar en el ambiente notas y compases musicales, soniquetes y canciones para que vayas empapándote de amor por la música.

cualquier día debería ser bueno para festejar ser tu hijo, papá, y para celebrar ser tu padre, hija mía. Para vosotros, por ello, esta columna de hoy. Os quiero.

Admirar tu capacidad para educar, dando ejemplo, enseñando e instruyendo. Transmitirte nobles valores y estimular tu curiosidad y ganas de saber. Sentirme halagado al verte presumir hasta de mis más minúsculos éxitos. Complacerme sabiendo que serás mejor que yo en todo. Tener la seguridad de sustentarme en una fuertes raíces, bien asidas a la tierra. Regocijarme con solo mirarte, con poder contemplar que la semilla ha dado luz a un árbol frondoso y que producirá incontables y admirables frutos. Gozar con tu entusiasmo. Emocionarme observando la ilusión que rebosa tu mirada al contemplar un mundo en que todo es nuevo y deslumbrante para ti. Percibir la fortuna de no haber visto nunca cercenada mi independencia. Hacerme la promesa de animarte a ser siempre tú. Conservar un referente. No querer defraudarte nunca. Apreciar la presencia de una red de seguridad invisible, que me animaba a lanzarme a abordar cada reto sin miedo. Ser consciente de la importancia de que tengas confianza en ti misma y una autoestima sólida y bien construida, para que nada ni nadie te invalide o haga sentir insegura, para emprender cuantas empresas se te ocurran, te apetezcan o te asalten en el camino. Verme a tu lado. Ir en tu busca, quedarme, permanecer. Saber de dónde vengo, quién soy y el poso que quiero dejar. La conciencia del origen, el presente y el horizonte de ese futuro esplendoroso que eres tú. Serenidad por lo conocido y expectación por todo lo que me queda por vivir a tu lado. Lágrimas de alegría y una risa incontrolable. Abrazos, caricias y besos. Una vereda de doble sentido, que se recorre a ratos en cuestas, a ratos a pie y con las manos entrelazadas. La fecha conmemorativa fue el pasado martes: día de San José, Día del Padre. Pero cualquier día debería ser bueno para festejar ser tu hijo, papá, y para celebrar ser tu padre, hija mía. Para vosotros, por ello, esta columna de hoy. Os quiero.

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