Opinión | La curiosa impertinente

Pánico

Lo más revelador es esa ola de miedo que se ha apoderado de todos los que le han encumbrado

Inclinada a empatizar con el marido agobiado, me detiene el hecho de que Sánchez enamorado no desee a los demás lo que exige para él y se convierta a ratos sí, a ratos también, en Sánchez furioso, acusando sin pruebas al hermano de otra o a la esposa de su oponente y exigiendo dimisión por las investigaciones que para el novio presunto son de justicia y para su mujer una insidia de proporciones estratosféricas. 

   -No es lo mismo- contestó a Innerarity cuando el filósofo, ante sus quejas frente al acoso, le recordaba los ataques inmundos a las hijas del presidente Zapatero. -No es lo mismo, yo soy yo y quiero a Begoña con toda mi alma,- dirá, olvidando la obra de teatro montada para mofa y befa contra la boda de la hija del alma de Aznar. -No es lo mismo, insistirá ante la enorme foto en escarnio del hermano de Ayuso, exonerado por la justicia y acusado por él una y otra vez en sede parlamentaria cuando ya experimentaba en su corazón torturado el dolor de honor.

   Sorprendiendo a todos, el titán ha desfallecido, -es estrategia, quiere dar pena, dicen sus enemigos, -hay que acabar con la jauría que le deshumaniza, profieren quienes convierten a todos los que no le rinden pleitesía en perros de presa. No sabemos si, acostado con el embozo hasta las orejas o paseando pasillos como fiera enjaulada se lame las heridas o afila las garras. Mientras, entre sus incondicionales, el pavor. Fletan autobuses, gritan gritos guerracivilistas, porque su líder es la democracia misma del mundo todo. Las más locas a su izquierda le invitan a intervenir la justicia y la prensa, animadas por la incendiaria carta a la ciudadanía. Las otras más cercanas le cantan en estos momentos de pasión, -presidente no te vayas, sin ti no soy nada.

  De todo este arrebato o desahogo o impostura o numerito o canto del cisne o asalto a los cielos, lo más revelador es esa ola de miedo insuperable que se ha apoderado de todos los que le han encumbrado y sienten de pronto que pueden perder sus privilegios. Hasta aquí, mientras esperamos el desenlace, alcanza el aliento de su terror.

Profesora

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