Experiencia en primera persona

Tamara Trancón, de Plasencia: “Si tuviera otro bebé, volvería a nacer en casa”

Afirma que, en el hospital, "te hacen sentir que no pintas nada y en casa fue todo lo contrario"

Tamara, de Plasencia, con su hija nacida en casa.

Tamara, de Plasencia, con su hija nacida en casa. / EL PERIÓDICO

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

Después de tener a su primer hijo en el hospital Virgen del Puerto de Plasencia, la placentina Tamara Trancón tenía claro que no quería repetir. Está en un grupo de lactancia materna y, cuando se quedó embarazada de su hija, contempló otras alternativas, como marcharse a otro hospital y también se interesó por el servicio de la asociación Nacer en casa. Habló con madres del grupo que habían elegido esa opción y «todas habían tenido una experiencia muy positiva. La mía en el hospital había sido muy negativa y pensé que peor no podía ser».

Cumplía los requisitos, así que se puso en manos de Concha, Remedios y María (entonces no estaba todavía Teresa en el grupo). «Tuvimos varias entrevistas y revisiones», hasta que llegó el día del parto. Tamara recuerda que comenzó con dolores a las once de la mañana y las llamó sobre las cuatro de la tarde. Después, se metió en la ducha con agua caliente y esperó.

Llegaron Concha y Remedios, le hicieron un tacto y fueron preparando la piscina de agua caliente que se suele usar en estos partos. «Cuando quise entrar en la piscina, me ayudaron, me acompañaron y mi hija nació en muy poco tiempo y no tuve ningún desgarro, fue una experiencia muy buena. Estoy supercontenta de mi decisión, si tuviera otro bebé, volvería a repetir con ellas en casa».

Porque, «al minuto tenía a mi hija al pecho». Las matronas se encargaron de pesarla, revisarla y «volvieron a las 24 horas, a las 48 y a la semana y también me ayudaron con la lactancia».

Un servicio que no cubre la Seguridad Social

Tamara lamenta que el servicio no lo cubra la Seguridad Social, como «sí sucede en otros países». Ella pagó 2.000 euros por cambiar un entorno «hostil», como considera al hospital, por uno de acompañamiento y respeto. «Lo peor del hospital es la forma en que te tratan los ginecólogos, desde una posición de amenaza o poder, no se comunican contigo y no hay amabilidad, respeto o cariño. Te hacen sentir que no pintas nada y en casa fue todo lo contrario», afirma.

Por eso, coincide con las matronas de Nacer en casa en que la forma de nacer importa. «Si llegas en un entorno hostil o en uno de cariño y respeto, importa mucho».