Día de los santos inocentes

¿Cuándo es el día de los santos inocentes y por qué se celebra?

Las bromas a los amigos y familiares se han convertido en una tradición desde el siglo XX

Monigote del Día de los Santos Inocentes.

Monigote del Día de los Santos Inocentes. / EL PERIÓDICO

El rey de Judea, Herodes I el Grande, ordenó matar a todos los niños nacidos en Belén. En realidad, su objetivo era el niño Jesús, recién nacido. Pero ese 28 de diciembre se cometió la masacre que se mencionar en el Evangelio de San Mateo y, desde entonces, la Iglesia Católica conmemora la gran matanza. Sin embargo, esto es lo que cuenta la tradición católica porque ninguna fuente histórica alude a esta carnicería.

Real o no, esta historia que describe un acontecimiento dantesco se lleva rememorando Navidad tras Navidad, pero lo curioso es su evolución: un hecho monstruoso ha degenerado en un motivo para gastar bromas entre amigos y familiares; pero hasta los medios de comunicaciones insertan su pequeña bufonada como juego para sus lectores y usuarios.

Arraigo

Las inocentadas han arraigado tanto en España, que desde 1995 se organiza la Gala Inocente, Inocente, un evento benéfico para recaudar fondos destinados a organizaciones infantiles. Extremadura no es ajena a esta tradición y se suma a la jocosa costumbre. Desde gansadas insignificantes para ridiculizar al amigo hasta farsas bien entramadas. En todas ellas, se descubre el ingenio y creatividad de los autores. Recomendación: si eres el objeto de una broma, aliña tu reacción con buenas dosis de humor y gracejo. No hay maldad, simplemente ha sido el elegido.

A pesar de esta práctica, pocos conocemos el origen de este hábito. Algunos estudiosos apuntan a que, en las fechas del solsticio de invierno, los romanos celebraban las Saturnalia. En esos días, Roma se transformaba y la vida era una fiesta. Los ciudadanos se divertían, se hacían regalo y  la ciudad se iluminaba hasta altas horas de la madrugada.

Intercambio de papeles

Al parecer, además del intercambio de obsequios, existía la tradición de cambiarse de papel: los esclavos se convertían en amos y los amos en esclavos. Tiempo después, en plena Edad Media, se conoció como la fiesta de los locos o del obispillo. Un niño era investido con el poder del obispo y se celebraba en los últimos días del año. Y, poco a poco, evolucionó la pequeña broma social.