el bombo

La sucesión de Vara

Por otra parte, es la primera vez que habrá primarias para elegir a este cargo tan decisivo

Los candidatos a dirigir el PSOE extremeño.

Los candidatos a dirigir el PSOE extremeño. / JERO MORALES

Antonio Sánchez Buenadicha

Antonio Sánchez Buenadicha

El PSOE nombrará al sucesor de Vara en la que es probablemente su peor situación desde la llegada de la democracia puesto que está en la oposición en la Junta de Extremadura, en las dos capitales de provincia y en varias de las principales ciudades de la región. Por otra parte, es la primera vez que habrá primarias para elegir a este cargo tan decisivo pues Vara fue designado a dedo por Ibarra. 

Hoy nadie tiene el poder sobre el partido que tenía Ibarra ni parece que Vara sea una persona que intente tener sucesor concreto al menos claramente pues según algunos estaría detrás de la postulación de uno de los candidatos. Los aspirantes presentados hasta hoy muestran dos caras muy diferentes de la militancia socialista. Miguel Ángel Gallardo podría representar al militante que desde el aparato de las juventudes socialistas asciende a cargos institucionales, concejalías, alcaldías y presidencia de la Diputación y Lara Garlito que así mismo parte desde las juventudes y asciende con y en el aparato. 

Como ha sucedido siempre el aparato estará detrás de uno de los dos y por lo tanto algunos suponen que estará movido por Vara desde atrás. Lo que parece descartado es que se trate de un enfrentamiento de las dos provincias según el cual Badajoz apoyaría la candidatura de Gallardo y Cáceres la de Garlito dado el origen de ambos en la que Lara estaría perdida dado que los militantes en la provincia pacense son muchísimos más que en la cacereña. 

Tampoco debemos esperar diferencias ideológicas ni programáticas espectaculares pues los partidos son monolitos doctrinales dirigidos por eslóganes sencillos a los que se debe ser fiel si se quiere prosperar y por lo tanto los resultados dependerán de las fidelidades que hayan sabido ganarse los aspirantes desde sus respectivos puestos y los apoyos que reciban desde el aparato y desde los militantes. El hecho de que sean al menos dos los candidatos sugiere que no hay nadie indiscutible, lo que puede ser bueno o malo, según se vea.

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